Desde su formación la UME ha hecho de las campañas de verano contra el fuego su razón principal de actividad, planificando recursos y estrategias para esa tarea, cuando se iniciaba cada periodo. Este 2020 además de especialmente tórrido, con olas de calor bastante graves a inicios de agosto, se cuenta con una nueva amenaza, la de una segunda ola de Coronavirus que vuelve a reactivar la "Operación Balmis" y hace temer que provoque retroceder en la actual desescalada.

En este aspecto, la aparición constante de nuevos "rebrotes" de la pandemia esparcidos por toda la península hace temer la llegada de esa "segunda ola".

Ahora bien, la amenaza de incendio sigue ahí y es especialmente virulenta, por ello la estrategia que el estado mayor de la UME ha marcado para este verano de 2020 es doble: lucha sin descanso, junto al resto de administraciones contra los incendios forestales y previsión para movilizarse de inmediato, de 24 a 48 horas, si la "Operación Balmis" contra el coronavirus debe reactivarse.

El contexto de incendios de verano

El de 2020 ha sido un verano que se ha iniciado especialmente caluroso. Los finales de julio e inicios de agosto han venido acompañados de olas de calor sahariano, alcanzándose en ciertas localidades españolas máximos de temperatura históricos. Si esta situación atmosférica no remite a lo largo del presente agosto, todo hace prever un verano cuajado de incendios forestales, pero si las temperaturas se estabilizan a corto plazo, las perspectivas harían pensar en un verano "benigno" en cuanto a estos incendios.

El término “benigno”, es sin embargo bastante relativo, pues se aplica si el número de incendios acontecidos a lo largo de una campaña veraniega han sido estadísticamente inferiores y el espacio de superficie quemada, todo en una estadística a 10 años vista. Si el número de siniestros es menor a esa media, se considera benigno tal o cual año, independientemente de los daños personales y materiales que eventualmente puedan ocasionarse en un año u otro sean más o menos graves, así un año se considera benigno o no.

Despliegue de la UME contra el fuego

Conocido el escenario, la UME calcula que se realizarán unas 30 intervenciones en esta campaña de verano, hasta el 30 de septiembre, habida cuenta que en junio, julio y primeros días de agosto se han acometido cinco.

Este despliegue incluye a 2.900 efectivos militares, de los que 1.400 actuarán directamente contra el fuego, y 1.800 darán el apoyo logístico preciso, con refuerzos de otras unidades militares si la situación lo requiere, además del personal de las distintas administraciones dedicado a la lucha contra incendios.

Recordemos que la UME, solo interviene si la respuesta local es insuficiente y requiere apoyo.

Esta fuerza se organiza en "secciones antiincendios" plenamente equipadas sumando 128 efectivos cada una, con 37 medios terrestres por cada sección, que son reforzados por medios aéreos, según la localización de cada incendio. Estos medios aéreos incluyen 10 aviones Canadair CL-425, 2 helicópteros Cougar y 2 helicópteros Bolkow, repartidos por toda la geografía nacional a intervenir en el siniestro más cercano a su despliegue.

Las "secciones antiincendios" son un total de 32, de las que 27 están repartidas en las bases y acuartelamientos de la UME por todo el territorio nacional: Madrid, Valencia, Zaragoza, Zamora y Sevilla, a una media de 5 o 6 secciones por base, sendas secciones en Las Palmas y Tenerife.

Mientras que las cinco secciones restantes están desplegadas provisionalmente en: Cáceres, Granada, Ibiza, Mallorca y Menorca.

Tácticas: Combatir el incendio como si fuera un enemigo humano

Una de las razones de éxito de la UME desde su creación es que por su naturaleza militar se enfrenta a la emergencia como si de un campo de batalla se tratase, el enemigo es aquí el fuego y este se mueve en un frente de avance aprovechando el terreno como si fuera un ejército. Por ello, las tácticas para enfrentarlo son las mismas que en un combate real.

Como ejemplo en una extinción el pasado julio en la localidad de Monterrey, el fuego fue identificado como un enemigo que avanzaba en dirección sudoeste, y por ello fue atacado por la sección antiincendios desplegada en la zona por su flanco izquierdo y por la retaguardia.

Primero se paró su avance y después se le atacó por detrás para extinguirlo, evitando que se reprodujese por áreas arboladas, que habían rebasado en su marcha. Lo mismo que si hubiera sido al enfrentarse a un enemigo humano, de hecho a la extinción se le dio nombre como a toda operación militar bautizándose como: "Monterrey 2020".

La reactivación de la Operación Balmis

En un escenario continuo de rebrotes de Covid 19 la posibilidad que se reactive la Operación Balmis es una alternativa muy factible, ahora bien “Balmis 2” será adaptada a las nuevas características de una posible segunda ola del coronavirus y la movilización de las FAS se circunscribirá a estas particularidades. Por ello, se manejan los escenarios de un despliegue total durante el pico de la pandemia, o despliegues más moderados y localizados para contener al virus en los focos de rebrote y exclusivamente en ellos con lo que el despliegue será menor.

De cualquier modo, fue la UME la primera unidad militar desplegada durante "Balmis" y será la primera también en movilizarse si se da un “Balmis 2”, en las mismas misiones originales: desinfección, logística, creación de hospitales y campamentos y patrullas en poblaciones. Las mismas tareas que las FAS acometieron en la Operación Balmis original, pero con las lecciones aprendidas de reservas suficientes de material y equipos, se han acumulado reservas de equipo para seis semanas en plena actividad.

Y la capacidad adquirida de realización de test PCR de detección del virus en el nuevo Laboratorio Intervención, LABIR, recién adquirido por la unidad y que transportado en un contenedor a bordo de un camión, puede ser desplegado en cualquier parte de la geografía nacional para realizar pruebas de detección allí donde se detecte un rebrote y controlar la expansión desde su foco, para no recurrir al análisis de casos sospechosos, desde un entorno alejado que limitaría la eficacia de la contención.

Despliegue previsto ante rebrote coronavirus

De darse una oleada en plena virulencia, la UME desplegaría 1.000 efectivos en las primeras 24 horas seguidos de otros 500 en las 24 horas siguientes. Poniendo la unidad al límite, pues habría que mantener el esfuerzo antiincendios simultáneamente mientras dure la temporada de verano, pero con un equipamiento de primera clase como son cañones, nebulizadores ligeros y portátiles, tiendas de contención de infectados, un robot para operar en entornos infectocontagiosos y autobuses cedidos por la empresa ALSA para transporte en masa de enfermos.

Ahora bien, a nadie se le escapa que un esfuerzo de este calibre agotará a la UME en poco tiempo, por lo que el concurso de otras unidades militares en una hipotética “Balmis 2” sería imprescindible.

Todo depende de la virulencia, expansión de los rebrotes, la habilidad y eficacia que haya para contenerlos antes que se generalicen a mayores. En esa eficacia de contención, se basan las esperanzas de evitar que una hipotética segunda oleada del virus no sea tan letal y destructiva como la anterior.