La implicación de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el coronavirus ha supuesto un antes y un después en las operaciones de las FAS, al nivel de las operaciones internacionales iniciadas en los años 90 del siglo pasado y que sacaron a los ejércitos españoles de su aislamiento secular. La lucha contra el COVID-19 ha implicado socialmente a las FAS, la han acercado a sus conciudadanos y la han incluido en la lucha de toda la nación contra la pandemia.

Por ello los homenajes y agradecimientos a las FAS por su papel en esta lucha común se han sucedido desde los inicios de la pandemia en forma de agradecimientos públicos y privados, oficiales, particulares o institucionales que van desde la entrega de condecoraciones, homenaje a los fallecidos o muestras oficiales de reconocimiento.

De este modo esta última muestra de reconocimiento ha sido el homenaje a la Sanidad Militar que se ha celebrado en la sede del Ministerio de Defensa.

Los nombramientos y el relato de la pandemia

La ceremonia que presidieron las ministras de Sanidad y Defensa empezó con las tomas de posesión del nuevo director de la Academia Central de la Defensa, en la que se forman los mandos de los cuerpos comunes de las FAS, el general Antonio Ramón Conde, y del nuevo director del Hospital Gómez Ulla, general Juan José Sánchez. A constar que este establecimiento sanitario ha cambiado su nombre pues ahora se denomina: "Hospital Central de la Defensa ‘Gómez Ulla, Centro Sanitario de Vida y Esperanza".

En reconocimiento a su labor contra el Coronavirus pues durante los tiempos más arduos de la pandemia aumentó sus capacidades en camas, atención a pacientes y servicio de urgencias en un espectacular 450% en comparación a sus capacidades originales.

Este logro y otros de la Sanidad Militar, como el incremento de 72% de capacidades del Hospital Militar de Zaragoza contra la COVID-19, fue glosado en un relato recitado por una funcionaria de defensa a los sones del "Canon de Pachelbel".

La experiencia de padecer coronavirus

Con todo, el nudo en la garganta vino cuando el coronel Jesús Barcia, auditor del Ministerio de Defensa, relató su experiencia al caer enfermo de coronavirus en enero pasado.

De detectar los síntomas y seguir la forzada cuarentena, su mujer y uno de sus dos hijos también se contagiaron de forma leve. Al notarse empeorar y ser llevado a urgencias del Gómez Ulla por su propio hijo pues era incapaz de conducir, consoló a su hijo con esta frase: "Tranquilo, que aquí me curarán".

El ingreso inmediato en la UCI, la intubación y la administración en vena de toda clase de medicamentos y el notar que "el tiempo no pasa rápido" tumbado en una cama, pero y con todo lo más gratificante no era si el tratamiento provocaba una mejoría o no, sino el cuidado constante, las atenciones y la simpatía del personal combinada con buen humor: “Mi vida dependía de los sanitarios que estaban cuidándonos, no solo el cuidado médico, era la actitud, el cariño, el consuelo.

Gracias a ellos mi situación mejoró”. Y desde luego lo hizo pues a los nueve días salió de la UCI y tras una semana en planta volvió a casa plenamente recuperado, ahora ha podido contar la experiencia, otras muchas personas desgraciadamente no.

Las recompensas al esfuerzo

Esta entrega de la Sanidad Militar engloba a todos los que forman parte de ella, civiles y militares, por ello una representación de las limpiadoras del Hospital Gómez Ulla recibió un ramo de rosas en reconocimiento de la desinfección diaria del centro, una labor imprescindible. Trece miembros de su plantilla, militares y civiles de todas las ramas: enfermeros, intensivistas, seguridad, farmacéuticos, celadores o administrativos, recibieron la Medalla Balmis por su labor contra la pandemia.

Aunque ya con otra perspectiva más optimista la lucha contra el coronavirus continua y ante ello resaltar que el combate sigue o como resaltó la ministra Robles: “No tengo palabras para agradeceros a todos el esfuerzo que habéis hecho, y el que vamos a seguir haciendo”.