Es un hecho incontestable que, con epidemia de Coronavirus o sin ella, este verano de 2020 se repetirán los incendios forestales que cual plaga se suceden año tras año y también es un hecho incontrovertible que con pandemia o sin ella habrá que enfrentarse a esta amenaza contra el ecosistema español. Pero como la situación obliga con tácticas y procedimientos diferentes que garanticen la seguridad de los operarios civiles y militares, les preserven del contagio, aunque sin perder la eficacia en la lucha contra el fuego.

En este punto, la presentación de la campaña contra incendios forestales que se ha realizado en la madrileña Base de Torrejón con la presencia de las ministras de transición ecológica y de defensa, ha sido muy aleccionadora en ese cambio de tácticas para enfrentarse al fuego con garantías de seguridad contra el contagio.

Nuevas amenazas, nuevas tácticas

De este modo, en conversación con los periodistas el jefe de la UME, Gral. Martinez Meijide, enumeró algunos de estos cambios: por ejemplo las tripulaciones de los 11 Canadair apagafuegos del 43 Grupo de Fuerzas Aéreas que se desplegarán en esta campaña, de los 18 aviones que se disponen siete permanecerán en reserva, verán incrementadas sus dotaciones hasta 44 tripulaciones completas.

Esto es que cada avión tendrá asignada hasta cuatro tripulaciones standard: piloto, copiloto, mecánico y ayudante de carga, para garantizar la operatividad de los vuelos, y que las tripulaciones puedan relevarse consecutivamente y no caer en el agotamiento.

Cuando una tripulación cumpla sus horas de vuelo contraincendios, otra lo relevará y así se lograra que los aviones estén en continuo uso contra el fuego del otro al ocaso, mientras haya luz solar.

Para evitar contagios, las tripulaciones irán equipadas con mascarillas y equipos de protección, lo que provoca un mayor desgaste físico, por ello lo necesidad de relevos será mayor y es necesario un mayor número de tripulaciones disponibles.

Del mismo modo, estas han pasado por controles médicos para verificar que se encuentran libres de Covid-19 y no son vectores de contagio.

Brigadas por tierra, controles y prevención

En las brigadas terrestres también habrá cambios, pues se combatirá al fuego con los equipos adaptados a la prevención del contagio, tanto sobre el terreno como en las zonas de despliegue y esto obligará a cambios logísticos.

Tales como aumentar la separación física en los alojamientos que se empleen o incrementar el número y tamaño de las mesas donde las tropas realizan las comidas de campaña para mantener la distancia de seguridad.

"Si antes nos bastaba llevar una mesa plegable de campaña para que comieran 10 personas, ahora habrá que llevar dos para que coman las mismas personas, con una separación de metro y medio entre ellas"

Del mismo modo se seguirá un plan de higiene, para que los efectivos se desinfecten antes de iniciar la misión y vuelvan a desinfectarse al concluirla y se realizarán controles periódicos, en especial a personal que muestre síntomas.

Al tiempo para mantener la distancia de seguridad en los medios de transporte, se incrementará el número de ellos (autobuses, camiones) para garantizar la distancia de seguridad en los mismos.

Del mismo modo, se mantendrán los protocolos de seguridad con uso de desinfectantes, mascarillas y mantenimiento de distancias en el trabajo cotidiano y en el trato con la población civil.

La idea es mantener estos protocolos de seguridad, pero adaptados de forma práctica a la lucha contra el fuego, de modo que no sean una rémora en esta acción, y ese es el reto a cumplir pues estas medidas encarecerán los despliegues, aumentarán el gasto en combustible y pueden hacerlos más lentos y con una velocidad de reacción inferior.

Por ello no quedará más remedio que ir examinando estas tácticas, a medida que se vayan cumplimentando y verificando cuales de ellas son realmente eficaces o cuales son superfluas e ineficientes y pueden ser soslayadas, pero siempre con la idea que un rebrote de la epidemia es perfectamente factible.

Despliegue masivo de efectivos

Aunque la UME aporta la mayor parte de efectivos a la campaña de este verano, 1.500 de la unidad, las administraciones publicas refuerzan este despliegue con otros 1.000 operarios de brigadas civiles repartidos por todo el territorio nacional, hasta un total 2.500 efectivos contra el fuego.

Además estos pueden reforzarse con la movilización de unidades militares cercanas a los puntos eventuales de incendio. A constar que seiscientos efectivos se agrupan en 10 brigadas móviles que se helitransportarán a los focos de fuego desde el aire, interviniendo directamente contra el incendio hasta que lleguen los efectivos por tierra, una técnica que se ha demostrado muy eficaz para batir al fuego en lugares de difícil acceso.

Los medios aéreos son potentes, pues a los Canadair del 43 Grupo se suman: 8 helicópteros Kamov, 10 aviones de AT-802 de fumigación pero ahora reconvertidos en apagafuegos, 6 anfibios AT-802AFB, 19 helicópteros medios para transporte de las brigadas móviles, 4 aviones de observación, 4 drones para vigilancia nocturna y 4 helicópteros de la Guardia Civil para prevención de incendios provocados, lo que da un total de 73 aeronaves en total, que están en operaciones desde el 15 de junio al 15 de octubre.

Previsiones para este verano 2020

Ninguna campaña de verano se parece a otra, pues las ha habido más leves y otras han sido infernales por la cantidad de superficie quemada, la del pasado 2019 fue en cierto modo positiva, pues la superficie quemada fue un 15% inferior a la media y la media de incendios un 11% inferior.

Hay ciertas esperanzas para el optimismo este año, dado que la falta de actividad humana forzada por la cuarentena así como que la primavera de 2020 haya sido especialmente lluviosa, junto con un descenso verificable de la contaminación, permiten especular con una campaña antiincendios benévola en su conjunto. Pero esto solo se podrá confirmar, al echar cuentas cuando concluya la campaña.