Instaurado en 1987 como una forma de acercar la labor de las Fuerzas Armadas al pueblo español, el Día de las Fuerzas Armadas pasó por unos comienzos bastante titubeantes, incluso fallidos. Algunas ediciones pasaron totalmente desapercibidas, sin tener casi ninguna repercusión mediática y apenas respuesta popular.

Pero con el tiempo, y tras aprender de los errores de los DIFAS primigenios, se empezó a ganar paulatinamente en importancia y espectacularidad, especialmente con el cambio de siglo. Los desfiles empezaron a ser reconocidos como un éxito de público y audiencia y las demostraciones operativas en directo parecían dignas de una película bélica por la cantidad de medios que se empleaban.

Este tipo de desfiles con demostraciones de gran envergadura, como los celebrados en los primeros años 2000 en Alicante, La Coruña, Santander, Málaga o Badajoz, atrajeron a una enorme cantidad de ciudadanos, tanto en vivo como a través de las retransmisiones televisivas. Los españoles disfrutaban entusiasmados al ver a sus soldados realizar operaciones bélicas que solo habían visto antes en una sala de cine.

Bajón por la crisis

Pero como a todo, la crisis también afectó a las celebraciones del DIFAS y durante los años en que ésta se hizo más virulenta fue necesario prescindir de las grandes demostraciones operativas que incluían el despliegue de cientos de efectivos con carros de combate, helicópteros, buques de guerra y cazas, simulando una operación real, y pasar a celebraciones muy austeras, como exposiciones, conciertos o jornadas de puertas abiertas en las unidades.

El objetivo era "gastar lo menos posible".

Así, tras este paréntesis de austeridad, el DIFAS ha vuelto a celebrarse con vigor.

Primero con una celebración "piloto" en Guadalajara hace dos años; luego con la celebrada en Logroño el pasado año, en la que el Ayuntamiento de la capital riojana fue condecorado por el Ministerio de Defensa por su compromiso en la celebración; y ahora, con el desfile de este año 2019, celebrado en Sevilla.

DIFAS en Sevilla: Los prolegómenos

Aunque Sevilla no es una ciudad costera, tiene una ventaja respecto a otras ciudades de interior: el Guadalquivir es navegable a su paso por la capital hispalense por navíos de porte mediano, lo que permitió a la Armada remontar el río para desplegar un contingente naval considerable. Luego, atracados en el Muelle de las Delicias, los barcos realizaron una exhibición de puertas abiertas.

De este modo, los buques BAM "Audaz" y "Furor", el patrullero "Centinela", el dragaminas "Duero" y el patrullero oceánico de la Guardia Civil "Río Segura", alcanzaron los meandros sevillanos del Guadalquivir para recibir durante tres días la visita de miles de personas.

Pero fue el submarino "Tramontana" el buque que más llamó la atención, acaparando hasta 3.000 visitas diarias. La visión de un submarino en un río es bastante rara. De hecho, la navegación fue reconocida como un "autentico reto" por el capitán del sumergible, dada la dificultad de meter un buque diseñado para mar abierto y profundidades en un río. El completar la operación sin novedad se celebró como un triunfo.

La ubicación de tantos barcos en el río permitió la realización de dos demostraciones operativas que simulaban el rescate de unos rehenes y que implicaron a unidades especiales de la Armada y de la Guardia Civil, así como el empleo de helicópteros.

El BAM "Audaz" redondeó su estancia en Sevilla con la entrega por parte de la ciudad y en una ceremonia solemne de su bandera de combate, que queda ya como la oficial del navío.

Desfile, disgusto del Rey y homenaje a los caídos

El día grande de las Fuerzas Armadas se celebró el pasado sábado, 1 de junio, y tuvo una anécdota muy comentada. Se produjo cuando las cámaras de TVE mostraron el rostro disgustado del rey Felipe VI por el izado incorrecto de la bandera al inicio de los actos. Esta expresión del monarca fue muy comentada tanto en los medios como en las redes sociales, y ello forzó a corregir el error de inmediato, ajustando bien el despliegue de la enseña en el mástil.

Superado el contratiempo, el acto volvió a su motivo original, el homenaje a los 173 soldados españoles caídos en misiones internacionales cuando este 2019 se cumplen los 30 años del inicio de la participación de España en estas misiones.

Por ello, los familiares de los fallecidos estuvieron en un lugar preferente del desfile y la bandera fue escoltada por militares condecorados por haber sido heridos en misiones.

El desfile implicó a 80 aeronaves: cazas Eurofighter, Harrier y F-18, helicópteros Tigre, Seahawk y Cougar o transportes pesados como el A-400. Por tierra rodaron 210 vehículos como los carros Leopardo, Pizarro y Centauro, los Piraña de la Infantería de Marina o los Lince y RG-31, diseñados para soportar explosiones. A pie desfilaron 2.600 efectivos de unidades mecanizadas, paracaidistas, montaña, Legión y Regulares.

Un gran acto en el que lo más importante a destacar fue la sensacional y masiva respuesta del público.