Al comprometerse las FAS contra esta segunda oleada del Coronavirus en la vigente "Misión Baluarte", los militares españoles cuentan con un factor a favor del que se carecía al inicio de la pandemia y del que se ha sacado partido: la experiencia en tareas de desinfección de infraestructuras y el refinado de las técnicas usadas en las mismas para aumentar la eficacia. Al iniciarse en primavera la "Operación Balmis" contra el coronavirus, las FAS tuvieron que estar aprendiendo sobre la marcha los rudimentos de las tareas de desinfección que conllevaba una operación de esta clase.

Una tarea para la que los ejércitos no estaban formados en origen.

Aprendiendo de la experiencia

Con todo, fue un aprendizaje rápido dada la capacidad de adaptación del personal militar y la experiencia que aportaban en ella las unidades de defensa NRBQ (Nuclear, Radiactivo, Bacteriológico, Química) repartidas por las FAS y que si se instruyen cotidianamente en tareas de desinfección. Por lo que se disponía de una base de adiestramiento sólida para trabajar y adiestrarse y a partir de ahí ir ensayando las mejores y más eficientes técnicas de desinfección posible.

Con ello en la actual Misión Baluarte las tareas de desinfección son más especificas y concienzudas, se centran en las posibles zonas de infección, incidiendo en ellas en vez de hacer una desinfección general y buscando la desinfección total del área posiblemente contaminada pero sin violentar el entorno con una limpieza masiva que por su extensión podría no ser tan eficaz.

Descontaminando centros de mayores

En este punto una visita de la ministra de Defensa a una unidad de la Brigada Paracaidista, BRIPAC, encargada de desinfectar el Centro de Mayores Príncipe de Asturias en el madrileño distrito de Ciudad Lineal nos sirve para ilustrarnos sobre las nuevas tácticas que los militares españoles emplean en las tareas de desinfección.

Mientras durante la Operación Balmis la descontaminación de este centro hubiera implicado una desinfección total del edificio con la consiguiente evacuación de empleados, público asistente y lo más comprometido, los ancianos residentes con el perjuicio y molestias que conlleva, en esta ocasión la desinfección se realiza solo en la zona que puede haber un hipotético foco de infección.

Centrarse en el área sospechosa

Y esta es la 1ª planta del complejo, destinada a realizar pruebas PCR de detección del virus a los ciudadanos que acuden al centro para detectar si están infectados, cada paciente que se hace la prueba deja sus datos personales para informarle de la misma y facilitar su rastreo. El resto de zonas del centro por la experiencia acumulada y las medidas adoptadas a lo largo de estos últimos meses, ya están aisladas unas de otras y el personal que entra y sale de ellas está controlado y autorizado, por lo que se puede suponer que no hay infección extendida y por ello una descontaminación seria superflua. Como estas pruebas se realizan a lo largo del día las desinfecciones deben realizarse de noche al concluir la jornada laboral, con ello el destacamento de 22 efectivos de la BRIPAC solo debe centrarse en esa planta.

Primera fase de desinfección: la descontaminación

Primero se levanta un plano de la planta donde se haya la zona de antígenos donde se realizan las pruebas PCR, a los tres equipos de descontaminación se les asigna un sector de la planta: la zona de muestras, la sala de espera, el despacho de filiación, el lavabo, los vestuarios. Tras equiparse con los equipos de protección se ingresa en el área y empieza la descontaminación mediante nebulizadores que lanzan nubes de hipoclorito sódico, un compuesto que elimina el 99,9% de los gérmenes conocidos coronavirus incluido. En esta nebulización se emplea la conocida técnica de empezar por el lugar más lejano a la entrada e ir retirándose a la misma. A medida que se completa la descontaminación con lo que de forma sistemática se logra una desinfección completa.

Segunda fase de desinfección: limpieza

Concluida esta desinfección y tras una espera mínima de cinco minutos, los equipos vuelven a entrar en la sala equipados con bayetas y estropajos empapados en desinfectante y se ufanan en limpiar las superficies que tienen mas contacto humano: mesas, sillas, picaportes, ratones de ordenador, barandillas, etc, para así asegurar una completa desinfección. Concluida esta limpieza las tropas pasan por un proceso de desinfección al salir del centro, se liberan de sus equipos de protección y la misión concluye. Esta suele durar de hora y media a dos horas según el tamaño y lo intrincado del área a desinfectar.

Estadísticas Misión Baluarte

Aunque la nueva Misión Baluarte se basa más en la detección y control de focos del virus mediante rastreadores militares, esta tarea de desinfección sigue presente aunque como ya hemos visto mucho más específica y concreta que en la anterior Operación Balmis.

Con todo ello se han realizado hasta 240 intervenciones en todo el territorio nacional desde que Baluarte se activó el pasado 30 de septiembre.

De estas intervenciones, 230 han sido desinfecciones y hasta 216 lo han sido en la Comunidad de Madrid, que fuertemente castigada por el coronavirus no ha tenido reparo en pedir el auxilio de las FAS allí donde las pudiera necesitar, de esta manera la BRIPAC realiza entre cinco y seis intervenciones al día en la CCAA de Madrid. Aunque no tiene la intensidad de despliegue de la Operación Balmis, que implicó a un acumulado de 180.000 militares desplegados, todo hace pensar que la actual Misión Baluarte continuará mientras se mantenga la amenaza que supone el COVID-19.