En una decisión de última hora, la Mesa del Parlament ha aplazado el pleno de investidura. El miedo a una parálisis institucional, que predomina especialmente en Esquerra, pesa más que el anhelo de reponer a toda costa al ex president. Una decisión que ha molestado a Puigdemont, quien después de este anuncio ha dejado de coger el teléfono al President del Parlament.

Así, la división en el independentismo, respecto a la estrategia a seguir para recuperar el Govern, es total. A esto se añade el auto de suspensión del TC que, sobrepasando sus competencias, hace imposible cualquier intento de investir a Puigdemont a la distancia.

El TC: una decisión política in extremis

La última resolución del TC no ha ayudado en nada a destrabar las complejas negociaciones para investir al ex president o escoger otro candidato o candidata, más bien la ha empantanado.

El TC, al admitir a trámite el recurso "preventivo" del Gobierno contra una posible investidura telemática de Puigdemont, además de contravenir sus propias funciones, ha dado la razón a aquellos que sostienen que este es un tribunal totalmente cooptado por el partido de gobierno. Hay que recordar que el TC sólo puede pronunciarse sobre actos que ya se han producido. Al acoger esta alegación, se ha posicionado en un conflicto político que está completamente fuera de su ámbito de competencias.

Ahora, para sortear la agudización de las diferencias entre los partidos independentistas que este fallo ha provocado, Torrent ha suspendido el pleno de esta tarde recurriendo al manido argumento de hacer cumplir lo que la ciudadanía votó el 21D. Para ello se excusa en la necesidad de garantizar los derechos políticos del ex alcalde de Girona para que pueda ser elegido President.

Sin embargo, esto no es más que una declaración retórica. En estricto rigor los ciudadanos no votaron ni a Puigdemont ni a ningún otro candidato o candidata. Son los partidos con mayoría en el Parlamento los que proponen y son los parlamentarios quienes deciden con sus votos quien, en este caso, es el nuevo President del Govern.

La forma de gobierno es parlamentaria, no presidencial

Del mismo modo que en todas las demás Comunidades Autónomas, en Catalunya no sólo se utiliza el mismo sistema electoral que en España, también la misma forma de gobierno, la parlamentaria. En términos concisos, en el parlamentarismo, a diferencia del presidencialismo, son los disputados y diputadas los que eligen al presidente de gobierno. Los ciudadanos sólo votan a los partidos que quieren que los representen en el Congreso.

A pesar de que en las campañas políticas la imagen del partido se personaliza en su líder, lo cierto es que, no importando el nivel de gobierno, en España ningún ciudadano, cuando vota, marca una preferencia individual dentro de una lista o partido.

Por lo tanto, no hay ningún mandato explícito de la ciudadanía en este sentido. Esto sólo se puede intuir, pues no hay manera de comprobarlo.

En definitiva, nadie votó a Puigdemont para ser President, pero tampoco a Arrimadas, Domènech, Iceta o cualquier otro candidato de las listas parlamentarias del 21D.

¿Qué sucede ahora?

Respecto al funcionamiento de la institucionalidad, no hay consenso a si este aplazamiento suspende o no el plazo de dos meses para conformar gobierno en Catalunya. Hay que recordar que fue el Gobierno de Rajoy el que, en base al artículo 155, impuso el 30 de enero como fecha para la investidura sí o sí. Pero, por otra parte, esos plazos solo podrían correr solo de producirse una investidura fallida.

En cuanto a la situación política, solo hay dos caminos. El primero es que los partidos "constitucionalistas o unionistas" propongan un candidato a sabiendas de que esa investidura será fallida. Esta es la postura del PP, que pide a Arrimadas que se presente. Una posibilidad que es irreal, pues C's no está por la labor de hacer el ridículo solo para que comience la cuenta atrás para unas nuevas elecciones.

El segundo, es que los partidos independentistas lleguen a un acuerdo y propongan a otro u otra candidata a la investidura. Esta es la salida más simple, pero tiene sus complicaciones. Por un lado, ERC y JxCat tienen los votos suficientes para elegir al nuevo Govern pero, por otro, esa mayoría no es compacta.

Así, los parlamentarios más cercanos al ex president no están dispuestos a barajar otra alternativa, mientras que Esquerra y los ex convergentes quieren destrabar esta situación sea con o sin Puigdemont.