Piensa que aunque si robas y haces trampa para ganar, mereces ganar”. Esta demoledora frase sobre Donald Trump fue escrita por su sobrina Mary L. Trump en un libro que tituló: Too Much and Never Enough (Demasiado y nunca suficiente), en el que hace un repaso de la figura de su tío. Sus ascensos vertiginosos en el campo de los negocios, sus tácticas para enriquecerse en el menor tiempo posible, la forma de pisotear al adversario para mantenerse arriba y su obsesión por no perder nunca: ni en la vida, ni en los negocios, ni en la política, ni en la presidencia de EUA.

Trump, la obsesión por ganar, aunque se pierda

Y por lo aparente, es esta obsesión por ganar lo que más está dañando a Donald Trump en estos momentos, que ha perdido las elecciones y debe dejar de ser el presidente de EUA, recurriendo a toda clase de artes rastreras para mantenerse en el poder, desde acusaciones de fraude electoral sin pruebas, exigir recuento tras recuento de votos o al contrario exigir el cese del recuento de votos, cuando en tal o cual territorio las estadísticas le eran desfavorables.

Y la última, el acusar a su propio Gobierno, la FDA (Agencia Federal de Medicamentos) y a la farmacéutica Pfizer de demorar el anuncio de una vacuna viable contra el coronavirus cinco días después de las elecciones: “La FDA y los demócratas no querían que lograse un triunfo en vacunas antes de las elecciones, así que ha salido cinco días después, ¡como dije todo el tiempo!”.

El anuncio de la vacuna de Pfizer: alegría, cautela y suspicacias

Era el lunes 9 de noviembre cuando la farmacéutica Pfizer anunció al mundo que había obtenido una vacuna viable contra el coronavirus y que ésta había superado las pruebas en voluntarios con un 90% de eficacia en inmunización, veinte puntos por encima de los exigidos por la administración estadounidense.

La satisfacción mundial fue evidente pero teñida de cautela, demasiados anuncios se han dado de vacunas y tratamientos eficaces contra el COVID-19 que luego han acabado en nada, pero en medio de esta emoción cautelosa la voz de Donald Trump se alzaba discordante para criticar el anuncio, justo después de las elecciones y privándole así de una baza mediática de primer orden, que podría haber empleado electoralmente, presentándose como el presidente que logró la vacuna.

Una acusación con cierta base

Desde un punto de vista imparcial puede darse alguna verosimilitud a la acusación de Trump, la fecha del anuncio no deja de ser sospechosa y sus argumentos electorales tienen cierta base, por ello su reproche tendría mucho de cierto frente a acusaciones no probadas de fraude electoral.

Pero aunque esta acusación sea verídica solo viene a demostrar el grado de hartazgo que la presidencia de Trump estaba logrando, incluso en el seno de la propia administración americana.

La FDA forma parte del Departamento de Salud y su jefe, Stephen Hahn, fue nombrado por el propio Trump, por lo que puede afirmarse que él mismo ha sido traicionado por su gente y más en un asunto como la pandemia de coronavirus, que Trump siempre ninguneó, minusvaloró y despreció aunque llegó a estar contagiado con el virus y el número de víctimas mortales en EUA sea cuantitativamente el mayor del mundo.

Rechazo a acusaciones falsas de fraude

Con todo, nada hace pensar que la resistencia de Donald Trump para abandonar la Casa Blanca vaya a decrecer en el futuro inmediato, pese a que sus acusaciones de fraude no tengan credibilidad en los medios de comunicación, el mismo Trump fue cortado en un discurso en las principales cadenas de tv cuando sin pruebas lanzó sus acusaciones de fraude.

los presentadores adujeron que no podían dar publicidad a unas acusaciones sin pruebas.

E incluso la cadena FOX, la mas favorable a la administración republicana, cortó a la portavoz de Trump, Kayleigh McEnany, cuando empezó a realizar acusaciones de fraude sin pruebas, "Sin más detalles de estas acusaciones, no podemos continuar con esto" , declaró el presentador.

La tensión no decrecerá

Desde luego Trump podrá recurrir los resultados electorales en aquellos puntos donde el recuento sea dudoso, pero solo en esas circunscripciones no una revisión general y en esas posiciones se recontaran los votos y se dictaminaran los validos, pero no habrá una entrega del triunfo electoral a Trump, si este no tiene esa mayoría de votos.

Por ello nadie espera una transición ordenada, ni un pacifico y ordenado traspaso de poderes, los roces con la administración entrante seguirán, las zancadillas administrativas y los acosos al Partido Demócrata y al presidente electo Biden serán recurrentes y la batalla en tribunales y medios de comunicación continuarán.

Un enfrentamiento mantenido por esa obsesión de Trump por no aceptar una derrota aunque sea electoral, quizás una mortificación personal por mantener esa actitud vital pues le carcome esa idea de perder, aunque se pierda porque el pueblo no te quiera en el cargo y esa derrota se muestre voto por voto que va a tu rival.

O como su sobrina Mary L Trump aseveró en el libro que le dedicó, respecto al certificar este goteo de votos que uno tras otra van para el oponente: “Debe haber sido como una tortura lenta, pero él mismo configuró este fracaso”.