Al parecer nada volverá a la normalidad por un buen tiempo, de acuerdo a lo que estima la universidad británica The Imperial College of Science, Technology and Medicine, pues a su juicio, le toca librar una batalla titánica a la comunidad mundial durante los próximos 18 meses para poder subsistir. Un equipo de científicos de esa casa de estudios superiores, también llamada Imperial College de Londres, el cual ha trabajado estrechamente con la OMS en torno a enfermedades infecciosas, elaboró un informe donde se estudian las alternativas planteadas que existen actualmente frente al Coronavirus con modelos epidemiológicos.
Estrategias de acción frente al virus
La primera estrategia es la de mitigación, presentada inicialmente por el Reino Unido, consiste en reducir la vulnerabilidad para hacer más lenta la propagación de la epidemia, lo que disminuiría los daños. Esto evitaría además que colapse el sistema de salud público.
La segunda es la supresión que persigue quebrar las cadenas de contagio con el aislamiento social de la población, procurando detener la epidemia, y disminuir los casos a lo menos posible, como lo ha aplicado China. Esta supresión de la transmisión del virus es lo que se procura ahora en España e Italia con normas drásticas de reclusión en las viviendas y el ejército en las vías.
El grupo de investigadores de la referida institución académica se orientan por el método de la supresión, pero alertan que paralelamente se requiere continuar con las medidas para evitar el contagio y la propagación del virus, por lo menos de forma intermitente, en tanto el virus transite por la población o hasta haber una vacuna, la cual se estima pueda ser creada en un lapso de 12 a 18 meses, pero no existe seguridad de que las primeras vacunas presenten una alta eficiencia.
Medidas de mitigación extremas serían el aislamiento de casos sospechosos, separarlos de su entorno y el alejamiento social de los adultos mayores o con patologías graves, podrían impedir el 50% de los fallecimientos, según el grupo de científicos dirigidos por el epidemiólogo Neil Ferguson. Pero aseguran que aun así el resultado de este método, posiblemente, generaría miles de muertos y el colapso del sistema de salud, más que todo en las unidades de cuidados intensivos.
La supresión como mejor estrategia
A juicio del equipo de investigadores la mejor alternativa es la supresión de las infecciones, para lo cual las personas deberán tener mucha paciencia para dar esta batalla. Sus investigaciones les han conducido a concluir que si se flexibilizan las medidas la transmisión del virus repuntaría con rapidez.
Es por ello que el grupo de científicos propone un distanciamiento social intermitente, de acuerdo a los datos presentados por los diferentes sistemas de control epidemiológico, aunque en muchos países los epidemiólogos trabajan en penumbra por la falta de información.
En este sentido, una estrategia básica de supresión comprende el aislamiento social de la población; reduciendo los contactos en el entorno de la vivienda, en combinación con el aislamiento de casos que haya en las casas, así como la suspensión de actividades en instituciones docentes. Es evidente que no se plantea un encierro de las familias por 18 meses en casa. A lo fines de impedir que la transmisión vuelva a sus niveles iniciales, los epidemiólogos plantean que estas medidas deben sostenerse, hasta que haya creado la vacuna y se cuente con disponibilidad suficiente para inmunizar a la ciudadanía, lo que se calcula en un lapso de 18 meses o más.
El Imperial College realiza también una proyección sobre los fallecidos y contagiados
Con datos aportados por China, Estados Unidos y el Reino Unido el documento del Imperial College de Londres, hace la siguiente proyección de fallecimientos por grupos etarios infectados: el 9'3% de octogenarios fallecería, el 5'1% de los septuagenarios, 2'2% de los sexagenarios y 0'6% de los quincuagenarios.
Igualmente, el informe proyecta que los casos sintomáticos que requerirán de hospitalización fluctúan entre el 10% de personas de 50 a 59 años y el 27% de mayores de 80 años. De estos internados, los que tendrían que ingresar a la Unidad de Cuidados Intensivos serían el 70% de octogenarios, 43% de septuagenarios, 27% de sexagenarios y 12% de quincuagenarios.
Son porcentajes que constituirían una prueba de la capacidad de respuesta que tienen los diferentes sistemas de salud.
Interpretando los casos particulares de China y Corea del Sur, los cuales han sido manejados con éxito, el documento de la referida universidad demuestra que es viable lograr parar la transmisión en corto plazo. Sin embargo, a largo plazo se debe verificar, además de que se debe comprobar si es factible minimizar los costos económicos y sociales de las medidas aplicadas hasta el momento.
No todos están de acuerdo con las conclusiones del Imperial College
En contraste con lo planteado por este grupo de investigadores, el profesor Ildelfonso Hernández de la escuela de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández de Alicante cree que lo más nocivo de la emergencia pandémica se presentará antes.
A su juicio no es real la perspectiva de 18 meses, pues si el método de supresión logra disminuir la transmisión, se ganará tiempo para que las fábricas fabriquen más respiradores y los sistemas de salud estén más dispuestos.
Este especialista en Salud Pública considera que, si el calor en verano disminuye la transmisión del virus, se podría aplicar una flexibilidad progresiva de las medidas, con algo de normalidad, y habría tiempo de prepararse mejor al culminar el verano. Finalmente, el informe presentado por el Imperial College de Londres destaca que el método de supresión persigue disminuir el conocido número reproductivo, que es el promedio de personas a las que contamina cada infectado.
Cifra que para esta pandemia del nuevo coronavirus se ubica de dos a tres.
Si la cantidad desciende por debajo de uno, las infecciones caerían, e inclusive hipotéticamente podrían desaparecer, como ha sucedido en varias oportunidades con el ébola y con el síndrome respiratorio agudo grave (SARS), desaparecido en 2003, el cual pertenecía a otra clase de coronavirus.