"El arma submarina no tiene fronteras. Es mundial y cada perdida se siente como propia". Este pensamiento aunque no oficial ni especificado en ningún reglamento ni ordenanza es sin embargo una razón de ser de todos los marinos de guerra del mundo que tienen la capacitación de submarinistas.

Desde que los Submarinos surcan los océanos hace algo más de un siglo combatiendo y sobreviviendo desde las profundidades la especial dureza, riesgo y espíritu de sacrificio de los submarinistas ha imprimido entre todos ellos y de las distintas armadas una peculiar vinculación, hermandad y camaradería incluso cuando se han enfrentado en guerra distintas marinas con sus respectivos submarinos.

Quizás es por la perspectiva de lo espantosa que puede ser la muerte bajo el mar para unos hombres y mujeres que luchan y mueren en una especie de ataúd de acero y porque solo los submarinistas tras vivirlo entienden de la dureza claustrofóbica que es su servicio, esto hace que toda perdida sea sentida como propia.

Por ello la tragedia del submarino argentino ARA San Juan desaparecido y perdido con sus 44 tripulantes el pasado 15 de noviembre al este del Golfo de San Jorge en el Atlántico Sur, aparte de conmocionar a Argentina e entristecer al mundo se sintió especialmente en el Arma Submarina española la cual considera a sus camaradas argentinos como hermanos.

La vinculación

Los vínculos entre las Armadas de España y Argentina son múltiples y incluyen toda clase de intercambios de personal, maniobras conjuntas, operaciones en el Atlántico e Indico, misiones contra la piratería como Atalanta y la formación en España de multitud de oficiales y especialistas argentinos en guerra submarina en la sede española de submarinos en Cartagena.

Por ello cuando se publicó la lista de fallecidos trascendió que un número sustancial de ellos se habían formado y realizado cursos en la Escuela de Submarinos de Cartagena. Este hecho conmovió a sus camaradas de este lado del Atlántico. Un recuerdo y homenaje por los "hermanos" argentinos caídos se hacia necesario.

El homenaje

La celebración el día 10 de febrero del 103º aniversario del arma submarina de España fue el lugar adecuado para este recuerdo con las banderas de España y Argentina, toque de ambos himnos nacionales, un crespón negro en la enseña albiceleste, homenaje conjunto a los caídos y los submarinistas españoles formando el numero 44 en el patio de armas en homenaje a los 44 marinos fallecidos en el San Juan.

La celebración dejó en ese aspecto un poso de tristeza por los desaparecidos pues como es sabido el San Juan sigue sin ser encontrado, pese al esfuerzo internacional puesto en su búsqueda y entra en lo posible que pueda no aparecer nunca dada la cercanía de la fosa atlántica de su lugar de desaparición con profundidades de más de 3.500 metros, profundidad que ya anulaba toda posibilidad de rescate submarino a posibles supervivientes, pues este solo es factible hasta los 250 metros.

Recordemos que el Titánic solo fue hallado 83 años después de su colisión con un iceberg a 3.200 metros de profundidad y eso sabiéndose su lugar exacto de hundimiento.

En Argentina este desastre ha dejado a su Armada solo con dos submarinos operativos, Salta y San Luis, sin que haya ningún proyecto en firme de construir o comprar nuevas unidades.

En España aunque la flota de superficie vive tiempos de bonanza el arma submarina atraviesa por un momento de incertidumbre dado que los tres submarinos que opera, Mistral, Galerna y Tramontana, solo se mantienen activos mediante continuas obras de gran carena para actualizarlos a la espera que el primer submarino S-80 entre en servicio supuestamente en 2022 tras pasar por un rediseño completo para resolver sus problemas de sobrepeso.

Tragedia y homenaje a los caídos que dejan en evidencia los terribles problemas del arma submarina y el riesgo de los marinos que trabajan en ella. Riesgo que crea un sentimiento de hermandad que trasciende fronteras.