Existen una serie de medidas, impulsadas desde las políticas sociales, dirigidas a la detección y prevención de la Violencia de género. Estas medidas también deben estar especialmente presentes en los centros educativos y sanitarios.
Violencia de género: medidas preventivas
El primer aspecto a tener en cuenta es que la violencia de género es un hecho que está instaurado, incrustado en la propia sociedad desde la base. Es un problema sistemático enraizado en la cultura patriarcal en la que vivimos. Enraizada en el mismo sistema que, actualmente, ante la alarma creada y las nuevas necesidades sociales que exigen un cambio del rol de la mujer, se esfuerza por prevenir y, en último término, erradicar.
Es un problema que se encuentra, por lo tanto, en las propias instituciones y personas responsables de producir este cambio en los comportamientos violentos en general, transformándolos en unas conductas basadas en la tolerancia, en el diálogo y en la paz.
Todos hemos crecido en esta sociedad que ahora nos plantea el reto de avanzar dejando atrás viejos estereotipos basados en el androcentrismo, una sociedad hecha por y para los hombres de la que, queramos o no, somos herederos y herederas.
Este es el primer y principal obstáculo a superar. Las instituciones no podrán implementar este cambio hasta que los individuos que las componen no hayan asumido, conscientemente, la realidad de su existencia, su verdadera naturaleza, y la necesidad de tomar cartas en el asunto.
Es un tema que requiere de medidas de sensibilización, sí, pero, sobre todo de educación, de educación en valores empezando por los que son los responsables directos de intervenir en los casos de prevención. Pues estos responsables serían totalmente ineficaces si se limitaran a mostrar la fachada de lo “políticamente correcto”.
Se le plantea a la sociedad un largo y arduo camino, pero, ya estamos en el camino, y, poco a poco, palabra a palabra y gesto a gesto, el cambio es posible.
Algunos creen que hay personas violentas, en el caso que nos ocupa, hombres violentos. Otros piensan que hay personas que se comportan de manera violenta. Los primeros consideran la violencia como un atributo de la propia naturaleza humana, la trasladan al ser.
Los segundos consideran que es un rasgo de la conducta que no define a la persona. Y la conducta, se puede cambiar.
Debemos preguntarnos a nosotros mismos qué pensamos cuando presenciamos situaciones de violencia, que no necesariamente tiene que ser una violencia extrema, psicológica, física o sexual (como golpecitos aparentemente amigables en el trasero u otros tocamientos). Preguntarnos si vemos estos actos como permisibles o no.
Resulta que muchas de estas conductas son percibidas por un considerablemente número de personas, hombres y mujeres, como normales, dado que las vemos a diario, y, por lo tanto, las hemos aceptado como tales, las hemos interiorizado y no detectamos en ellas ningún signo de violencia a prevenir.
Dicho esto, vamos a ver cuáles son las estrategias propuestas para la detección y prevención de la violencia de género que hemos mencionado.
Actuaciones en políticas sociales
Se proponen planes de actuación articulados y transversales, con las siguientes estrategias a seguir:
- Condenar social y legalmente la violencia de género.
Descárgate la app gratuita #LIBRES dirigida principalmente a mujeres que sufren o han sufrido #ViolenciaDeGénero y a cualquier persona que detecte en su entorno una posible situación de maltrato #haysalida https://t.co/8qr3nrLnG0 pic.twitter.com/F7HYUYKylC
— DGVG (@haysalida_DGVG) 16 de febrero de 2018
- Fomentar la convivencia igualitaria entre mujeres y hombres, desde el respeto y los métodos pacíficos de resolución de conflictos.
- Transformar las estructuras desigualitarias desfavorables a las mujeres (discriminación positiva).
- Sensibilizar y educar en todos los ámbitos para cambiar los patrones de conductas violentas, que siguen estereotipos machistas, convirtiéndolas en otras basadas en el respeto mutuo. Esto propiciaría un cambio de actitud en las relaciones entre hombres y mujeres, dejando a la violencia fuera de la ecuación.
- La detección precoz. Necesidad de observar rasgos psicológicos o conductas (afán de posesión, falta de control emocional, manifestaciones sexistas…), que pueden ser considerados de riesgo, e intervenir a tiempo para impedir episodios de violencia.
- Incentivar a hombres sensibilizados con la problemática de la violencia de género, para que contribuyan en grupos de apoyo o campañas contra la violencia de género destinadas a hombres, así como proporcionarles la formación adecuada para que sean capaces de actuar como agentes favorecedores de la igualdad la mediación.
Ámbito sanitario
- Estrategias de intervención psicosocial para hombres considerados dentro de los grupos de riesgo y los denunciados o condenados por casos de maltrato o violencia de género, facilitándoles el contacto con grupos de ayuda.
- Detección de posibles casos de violencia por parte del personal sanitario y su intervención para impedir que estos casos potenciales se agraven o continúen.
- Trato especial a menores víctimas de maltrato, con todos los dispositivos que tengan a su alcance.
Ámbito educativo
La prevención va dirigida tanto hacia y desde el profesorado, así como a los alumnos, incluyendo a las familias.
Es necesaria la formación de los docentes para que puedan detectar factores de riesgo y posibles casos de violencia. Establecer espacios de diálogo entre ellos, donde puedan expresar qué sienten acerca de los comportamientos que detecten en el centro educativo, con la finalidad de tratar posibles prejuicios que puedan albergar tanto por lo que entiende cada uno de ellos por violencia de género como en cuanto a la manera más adecuada de intervenir.
Formar a los alumnos en la cultura del diálogo, la paz y la igualdad. Crear un clima de confianza para que tengan la libertad de poder hablar y no mantener conductas impropias en el silencio. Diseños curriculares que introduzcan valores que se alejen de los estereotipos o roles tradicionales hombre/mujer, para que les ayuden a relacionarse como iguales en una nueva reconstrucción social.
La interacción con las familias es un factor esencial para la colaboración con el centro educativo en la formación de los menores para la prevención de conductas sexistas y el establecimiento progresivo de una nueva cultura basada en el respeto, el diálogo, la igualdad y la paz.