Es un hecho que desde el inicio de la pandemia de Coronavirus uno de los sectores más destacados en la lucha contra la misma fueron las Fuerzas Armadas, FAS, especialmente en la tarea de contener y paliar los efectos de la epidemia de COVID-19, y consecuencia de ello y de las mismas restricciones que la epidemia ha provocado, las misiones y capacidades de las FAS se han visto alteradas.

En la Armada esto es un hecho como reconoció el Almirante de la Flota, ALFLOT, Antonio Martorell Lacave, en una visita a la Base Naval de Cartagena donde mantuvo un significativo y sincero encuentro con los medios informativos en el que se detalló las dificultades añadidas que la pandemia a la actividad cotidiana naval.

Como el mismo almirante aclaró: "Pues mirad, a mí me nombraron para el puesto en mayo, pero por los problemas que la epidemia ha provocado no he podido venir a inspeccionar una base tan importante como esta de Cartagena hasta septiembre".

La lucha contra la pandemia, rastreadores navales

Desde el principio la Armada se implicó directamente en la lucha contra el COVID-19 en el seno de la "Operación Balmis" de las FAS ya fuera con patrullas de seguridad durante los meses de cuarentena como en desinfección de infraestructuras participando con hasta 2.800 efectivos e infraestructura y logística de todas clases. Ya superado, momentáneamente, ese modelo de despliegue las acciones principales de la Marina son la aportación de rastreadores militares para identificar los brotes de la pandemia y la contención de la misma cuando esta afecta a algunos de sus efectivos.

De este modo de los 2.000 rastreadores militares ofertados por el gobierno a las CCAA, 400 son de la Armada de los que 30 se incorporaran de forma inmediata a las tareas de rastreo en la Región de Murcia tras acabar de superar un curso impartido por el Servicio Murciano de Salud, Murcia está siendo una de las regiones donde más incidencia está teniendo esta segunda ola de la pandemia, a esta primera treintena le seguirán otros 20 efectivos para finales de octubre para mantener siempre una fuerza adecuada de 50 rastreadores en la CCAA de Murcia y alrededores.

Este despliegue de rastreo es análogo en todos los puntos de la geografía española tiene bases, que son: Madrid, Murcia, Cádiz, La Coruña y Canarias. Y concentrando el esfuerzo en estas áreas geográficas para así ser más eficaz. Con un despliegue más extenso los ejércitos de Tierra y Aire y la UME cubren partes más amplias del territorio nacional.

Conteniendo el Coronavirus desde dentro

Evidentemente los efectivos militares son también vulnerables al Coronavirus y de hecho el almirante Martorell reconoció que de los 12.000 efectivos de La Armada destinados a la Flota, 37 habían dado positivo en las pruebas de Coronavirus, aplicándoseles el protocolo de aislamiento y cuarentena de 15 días común en estos casos y aislando a su vez a sus contactos cercanos.

En este ejemplo la Escuela de Infantería de Marina General Albacete y Fuster sita también en Cartagena había detectado dos positivos en los 237 alumnos que este mes de septiembre se han incorporado a la misma para iniciar su formación como infantes de marina, pero el hecho que la enseñanza se esté impartiendo en grupos "burbuja", sin contacto los alumnos de un grupo con otros, ha permitido aislar a los contagiados y permitir que la enseñanza de los nuevos infantes continúe pero con las precauciones típicas a tomar ante una pandemia.

Manteniendo las operaciones

Las operaciones de la Armada se han visto también afectadas por la pandemia de Coronavirus, solo recordar los frustrantes casos de los buques Audaz y Hespérides que debieron interrumpir sus misiones de seguridad marítima y científica al expandirse la pandemia la primavera pasada.

Pero con todo la Armada tiene que seguir manteniendo sus misiones de defensa y control de la zona de soberanía marítima nacional las 24 horas al día y los 7 días a la semana y esa misión se mantiene sin ambages, de hecho en la Base de Cartagena el BAM Relámpago acaba de retornar de una misión ordinaria de patrulla, Maritime Security Operation, MSO, en terminología OTAN, sobre el mar territorial siendo remplazado por el patrullero Centinela y el BAM Meteoro partir en una misión de este tipo a finales de septiembre.

La seguridad epidemiológica es total pues antes de partir de misión una tripulación de barco se somete a un test PCR, mantiene una cuarentena de 14 días y justo antes de embarcar se le realiza una nueva prueba PCR, así se consigue el aislamiento epidemiológico completo de la tripulación y esta sabe que podrá realizar sus tareas de forma habitual y sin restricciones con el convencimiento que todo el barco está sano.

Pero estas operaciones de seguridad marítima al realizarse dentro de las aguas territoriales tienen la ventaja de que la arribada a puerto es segura, pero cuando la misión es internacional y en otros océanos la cosa se complica pues no todos los puertos ofrecen garantías de seguridad contra el COVID-19 de modo que al arribar a los mismos la tripulación no puede descender a tierra, pasear o hacer turismo que sería lo habitual para liberar del estrés de la vida en un barco, esto resulta muy frustrante y añade una carga psicológica de mucho peso a los marinos.

Retrasos en entregas y falta de buques

Coincidiendo con una declaración expresada por su superior en el mando de la Armada, el Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada, AJEMA, almirante López Calderón, el almirante Martorell reconoció que uno de los principales, sino el mayor, problema de la Armada es la falta de reposición de nuevos buques: "Como el AJEMA declaró, en los últimos 8 años y con las respectivas crisis económicas, la Armada ha dado 27 buques de baja y solo 9 de alta". En la misma Base de Cartagena se han dado de baja nueve navíos y solo se han incorporado dos nuevos, dos clase BAM para los que se adaptará el muelle de La Curra para su atraque y avituallamiento.

Y las perspectivas económicas y los retrasos industriales provocados por la pandemia no hacen prever un futuro halagüeño, el ejemplo sintomático es el nuevo submarino S-80 que, de nuevo y por las dificultades que por las prevenciones contra contagios aplicadas por Navantia en su proceso de construcción, para evitar contagios solo trabaja en su casco un 25% del personal previsto en cada turno.

Ha debido retrasar nuevamente su puesta a flote a marzo de 2021 cuando estaba prevista para noviembre de este año y con ello su entrega a la Armada no tendrá lugar hasta finales del año que viene.

Pese a lo prometedor del proyecto y que este se culminará finalmente, estos continuos retrasos están creando una profunda situación de hastío y de desconfianza hacia la industria nacional a todos los niveles de mando de la Armada.