El alevoso crimen que acabó con la vida de la joven madrileña Diana Quer, el cual tuvo una alta repercusión en la opinión pública, predispuso a muchos ciudadanos a apoyar el recrudecimiento de las penas de cárcel. A esta predisposición también ha contribuido la exagerada cobertura de este tipo de hechos que hacen programas de TV y Telediarios sensacionalistas, como los que predominan en Antena 3, Telecinco y RTVE. Este ambiente y el público apoyo del padre de Diana Quer a la prisión permanente revisable, han facilitado que se reúnan 2 millones de firmas en pocos días contra su derogación.

El Gobierno, en tanto, no ha tardado en aprovechar esta pulsión represiva de corte "popular" para sintonizar nuevamente con su electorado. Para ello, ha recuperado un discurso represivo y demagógico donde la opinión emotiva de las victimas es magnificada como único argumento válido para legislar. De esta manera, unos trágicos y execrables sucesos se elevan a la categoría de problema nacional, imponiendo una lógica de populismo punitivo en la esfera pública que aboga por el retorno de la cadena perpetua. Eso sí, mediante un eufemismo que escurre la posible inconstitucionalidad de la medida, como es la prisión permanente revisable.

¿Qué es el populismo punitivo?

El término populismo punitivo fue acuñado por A.

Bottoms en 1995. De acuerdo a Antón-Mellón, Álvarez y Rothstein (2017), este sirve para describir el uso que los gobernantes dan al derecho penal con fines electorales, para lo cual se asume política y acríticamente que el aumento y agravamiento de las penas reducirán el delito y protegerán el código moral que predomina en la sociedad.

Con ello se acepta la falacia de que en el proceso de toma de decisión la opinión visceral e irreflexiva de cualquiera tiene el mismo valor que la de un analista o experto en temas como este.

Cuando se impone la reacción emocional, como producto del arte de la manipulación, los datos y la realidad dejan de importar. En este sentido, las palabras del Ministro de Justicia, Rafael Catalá, en radio COPE, reflejan la esencia del populismo punitivo.

El Ministro señaló que "Que algunos crean que tienen mejores conocimientos y que por tanto hay que derogar la ley pone de manifiesto un alejamiento entre la política de algunos y la realidad" y que "no preocupa que me acusen de demagogo por estar cerca de las víctimas". Por cierto, el Sr. Ministro o no conoce u oculta la realidad de España en esta materia, un país que tiene una de las tasas más bajas de homicidios de todo el mundo.

Un país pacífico a pesar del "bombardeo" de hechos violentos en la TV

El populismo punitivo se ha implementado en muchos países latinoamericanos indistintamente de su violencia real. De hecho, Chile y Costa Rica, las dos naciones más pacíficas de la región mantienen legislaciones en que destaca ese populismo punitivo.

Con reformas penales que se hacen a golpe de telediario, sin considerar datos y estudios que contradicen la sensación de inseguridad que aduce la población, y que cuestionan la efectividad contra el delito de un régimen penitenciario altamente represivo.

El caso de España es llamativo, porque no existen datos de criminalidad que expliquen el supuesto apoyo del 80% de la población a esta cadena perpetua encubierta. De hecho, de los 163 países medidos por el Global Peace Index en 2016, España se ubica en el puesto 25 entre los países más pacíficos. Incluso más, es el noveno país del mundo con menor tasa de homicidios. En ambos casos, por lo demás, muy por delante de otros países europeos que Catalá y el gobierno han mencionado para justificar su reforma penal, como Italia (39), Francia (46) o Reino Unido (47).