Hay quien dice que la UE fue un bonito sueño con un duro despertar. Sobre el papel, la unión de los países de Europa en una institución política común debería haber sido el nexo formador de un bloque geopolítico potente que tuviera la independencia necesaria para no depender militarmente de ninguna potencia o institución internacional ajena al conjunto de los países europeos.

Sin embargo, la práctica ha demostrado que nunca se ha llegado a alcanzar ese ideal común. Por el contrario, se ha observado cómo la UE ha intensificado las diferencias económicas entre los países más prósperos y los más dependientes, provocando, debido por ejemplo a contingencias económicas como la gran crisis de 2008, que muchos de esos países menos favorecidos, como Grecia, Portugal, Italia o, en menor medida, España, han tenido que realizar grandes cesiones de su independencia gubernamental a instituciones supranacionales como el BCE.

La UE ha creado demasiadas diferencias entre el sur y el norte

Otros países de la UE, por ejemplo Alemania, no han sufrido esas pérdidas, y en cierta medida ha seguido prosperando debido a los réditos obtenidos de la situación de los países del sur, ganado en influencia y poder, situándose a la cabeza de la UE, convirtiéndose, por decirlo de algún modo, en la metrópoli de una unión fallida, que provocaba cada vez más tensiones entre los estados miembros.

Las tensiones y las diferencias entre el norte próspero y el castigado sur se incrementaban con cada rescate, con cada intervención de la llamada Troika. Sin embargo, donde comenzó la pesadilla de la UE no fue en Grecia, pese al triunfo de Syriza.

Fue en Gran Bretaña y el referéndum de 2016, auspiciado por el gobierno de Cameron, cuyo resultado fue el conocido Brexit, salida de Gran Bretaña de la unión, lo que lanzó la voz de alarma.

El Brexit, disparo de inicio de la descomposición europea

Los partidos extremistas, fundamentalmente de derechas, cobraron un enorme impulso en muchos estados.

En Francia sólo el movimiento La Republique En Marche! de Macron logró frenar el enorme impulso del FN de Marine Le Pen. Holanda cayó en un puzzle de partidos de difícil gobernabilidad, y en Austria, Hungría, Polonia e Italia es un partido de tintes antieuropeistas quien maneja el poder ejecutivo.

Estos países citados han declarado en numerosas ocasiones querer romper la baraja de la UE, No sólo en cuanto a sus políticas de inmigración, sino también en,lo referente a la estructura supranacional de la institución.

Las graves divergencias políticas en el seno de la unión llevan a una debilidad inmensa. Una situación de debilidad que tal vez sea difícilmente reversible en décadas.

Rusia y EEUU pretenden disputarse el pastel geopolítico de Europa

Ese es, por desgracia, el caldo de cultivo infernal para Europa que otros pueden aprovechar. Porque mientras la unión se debilitaba, potencias como EEUU y Rusia fortalecían sus posiciones geopolíticas internacionales, y convertían el territorio europeo en un tablero de juego de estrategia, como en los viejos tiempos de la Guerra Fría.

La UE se puso a merced de la OTAN y de EEUU, amparándose en un estado que les había libraco del nazismo y del comunismo. Sin embargo, la llegada a la casa Blanca de Trump lo ha cambiado todo.

Ahora los países miembros se ven obligados a aumentar sus presupuestos militares para no romper la baraja de la defensa común, mientras sus problemas internos se incrementan y, como diría Tolkien, "una nueva amenaza se cierne en el Este". Entretanto, los dos cabecillas de este enorme tablero de juego se reúnen en Moscú, y amigable, pero irremisiblemente, marcan sus posiciones en un turbio escenario internacional de final muy incierto.