Pedro Sánchez es presidente del gobierno de España desde el pasado 1 de junio, tras una moción de censura que acabó con el gabinete de Mariano Rajoy. Cuando aún no se han cumplido los primeros 100 días de su nombramiento, el socialista debe enfrentarse a numerosos desafíos en este inicio de curso político.

El quebradero de cabeza catalán

La situación en Catalunya no parece relajarse. El president Quim Torra no ha renunciado a conseguir la independencia de esta comunidad autónoma de forma unilateral, y asociaciones separatistas como los CDR (Comités de defensa de la República) contribuyen al ambiente de tensión social, con acciones como la colocación de lazos amarillos o cruces de este color en plazas y playas, en recuerdo a los políticos presos tras los sucesos de octubre del año pasado.

A esa tensión ha contribuido también Ciudadanos y otras organizaciones unionistas, creando una especie de "comandos nocturnos" para quitar esos símbolos del espacio público. El partido de Albert Rivera exige a Pedro Sánchez que vuelva a instaurar el artículo 155 de la Constitución en Catalunya, ya que Quim Torra no va a dudar en volver a incumplir la ley si eso le acerca a conseguir su deseo de independizar la región del resto de España.

Un vaivén de anuncios y decretos ley

El verano también ha estado marcado por los confusos anuncios gubernamentales acerca de subidas de impuestos; IRPF a los trabajadores que ingresen más de 10000 euros al mes, impuesto al diesel, a la banca... en ocasiones los anuncios y desmentidos se han sucedido en el plazo de un día, y todavía no se sabe a ciencia cierta cuáles van a ser los cambios impositivos que se van a llevar a cabo y cuáles se convertirán en globos sonda.

Pero la verdadera complicación que tiene el gabinete de Pedro Sánchez es, precisamente, el hecho de gobernar. Su partido no tiene la mayoría suficiente para hacerlo sin sobresaltos, y ni siquiera la colaboración de Unidos Podemos (juntos suman 156 escaños, de los 178 necesarios para obtener la mayoría suficiente para aprobar leyes en el Congreso) y necesitarán siempre de los votos del resto de partidos que les apoyaron en la moción de censura.

Aún así, el Senado, con mayoría del Partido Popular, retrasará cualquier medida tomada por Pedro Sánchez.

Podemos, socio necesario, pero insuficiente

Por eso, socialistas y podemitas tratan de vencer ese obstáculo consiguiendo reformar la Ley de Estabilidad que les permitiría esquivar el veto del Senado. Pero esa medida ha sido aplazada hoy mismo, ya que los populares y Ciudadanos poseen también la mayoría en la Mesa del Congreso.

Otra dificultad añadida al ejecutivo de Pedro Sánchez.

Ee motivo provoca que el gobierno esté recurriendo al decreto ley. Una medida que los socialistas criticaron duramente en la oposición, pero que se ven obligados a recurrir para conseguir la exhumación de los restos de Franco, o la vuelta de la sanidad universal. Todo ello entre fuertes críticas de la oposición y de sus sectores sociales, por supuesto.

Por lo tanto, salvo que la tensión en Catalunya realmente se relajara, y los partidos independentistas decidieran dar carta de confianza al gobierno, éste tiene muy complicada su misión de agotar la legislatura hasta el año 2020. Es posible que antes se produzca un adelanto electoral. Pero en política nunca se sabe. También a muchos les parecía imposible que la moción de censura triunfara en junio, y sucedió.

En política nada es imposible, aunque sobre el papel sí resulte muy complicado.