Itō Shinsui. Tradición y modernidad, es el título de la Exposición que se puede disfrutar en la sala octogonal de la Fundació Joan Miró desde el pasado 1 de marzo al 20 de mayo de 2018. Itō Shinsui (1898-1972) es un célebre pintor representante del shin hanga, corriente del Arte gráfico japonés surgida en el siglo XX.

Akiko Katsuta es el comisario de la muestra, que consta de casi sesenta grabados en madera elaborados por Itō Shinsui entre 1916 y 1964, y que proceden de la Fundación Taiyo no Hikari. A ellos se suma el Retrato de Enric Cristòfol Ricart, de 1917 pintado por Joan Miró, cedido por el MoMa.

La Fundació Joan Miró lleva mucho tiempo colaborando con Kazumasa Katsuta que es el hijo del pintor protagonista de la muestra, Itō Shinsui y a la vez uno de los mayores coleccionistas del mundo de la obra de Joan Miró. Esta exposición queda integrada en la celebración del 150 aniversario de las relaciones entre España y Japón.

Itō Shinsui y el Shin hanga o movimiento de las nuevas estampas

El shin hanga o movimiento de las nuevas estampas es un movimiento artístico que surgió en el Japón de principios del siglo XX, buscando revitalizar el arte tradicional de los periodos Edo y Meiji (siglos XVII al XIX).

Paradójicamente se trata de un arte que triunfó especialmente en el exterior, principalmente en Norteamérica, dando una imagen idealizada del Japón preindustrial, con hermosos paisajes campestres y mujeres realizando tareas domésticas como protagonistas.

Aunque también encontró cabida entre una buena parte del público japonés, que tras una etapa de progreso y europeización de la sociedad ansiaba recuperar las propias tradiciones para encontrar su identidad.

Itō Shinsui nació en Tokio, en 1898, un periodo de modernización de Japón, que afectó también al mundo de la cultura y del arte. Por un lado, el arte europeo, de los Impresionistas y los artistas de principios del s. XX, se sintió fuertemente impresionado por las estampas japonesas tradicionales que acababa de descubrir. Por otro, los artistas japoneses se vieron influenciados por la manera de hacer europea y se crearon academias de formación a la europea.

Sin embargo, Shinsui, obligado a dejar la escuela cuando su padre se arruinó y a comenzar a trabajar en una imprenta, prefirió formarse siguiendo el método tradicional de maestro-discípulo. Con trece años empezó su formación con uno de los mejores pintores japoneses de su tiempo, Kaburagi Kiyokata (1878-1972), a quien retrataría con notable éxito en 1951. Pronto Shinsui comenzó a destacar, participando en exposiciones públicas y privadas en las que ganó varios premios.

Shinsui la tradición modernizada

Watanabe Shōzaburō, era un editor que en 1915, descubrió en una exposición colectiva, una obra de Shinsui que le dejó fascinado, era el retrato de una mujer ante un espejo, le propuso convertirlo en estampa.

Cuarenta años más duró esa colaboración. Los retratos de mujeres hermosas (bijinga), constituyen unos dos tercios del total de los grabados de Shinsui. Con una gran perfección técnica, representa a las mujeres en su ambiente doméstico, realizando actividades que se suponen propiamente femeninas.

En una época en la que las mujeres japonesas están empezando a vestirse según la moda occidental y a intentar buscar su lugar en la nueva sociedad, Shinsui las sigue representando con el atavío tradicional, bajo la discreta mirada de un hombre que nunca aparece en la imagen.

Sus paisajes idílicos (fūkeiga), aun manteniendo un cierto aire tradicional, tienen una intensidad cromática y una composición que no es la convencional.

Shinsui se basaba en la observación personal, en la representación de lugares con los que el artista había conectado, no en la imagen de la literatura tradicional. Buscaba representar un paisaje con el que había conectado.

Su pintura fue evolucionando hacia la utilización de medios de expresión más modernos en su última etapa. Recibió varios reconocimientos por parte de su país, en 1952 recibió el título de Preservador de las Propiedades Culturales Inmateriales y en 1970 se le concedió el tercer grado de la Orden del Sol Naciente.

Su afán de innovar desde la tradición no decayó nunca, murió dos meses después que su maestro, a los 74 años.

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