Cualquier persona a la que le preguntes qué es la arquitectura, te responderá que la Arquitectura es la actividad, ciencia o profesión, que se encarga de construir edificios. Un arquitecto, en cambio responderá algo muy distinto. La arquitectura es un arte, aquel, que combinado con la técnica, se encarga de proporcionar a la sociedad una serie de infraestructuras que ya el hombre primitivo empezó a buscar, ante la necesidad de refugiarse y protegerse. Si bien la arquitectura es un Arte, debe, por tanto tener una finalidad estética y comunicativa.

La última ha sido durante la historia un motivo de investigación para muchos arquitectos y estudiosos de la arquitectura.

La arquitectura nos dice cosas

La arquitectura es un mecanismo comunicativo y divulgativo. Una sociedad tiene la arquitectura que necesita, por tanto para entender un determinado tipo de arquitectura, debemos indagar primero en la sociedad que lo construyó para poder entender el por qué de su construcción y de su forma de ser construida. Del mismo modo, el estudio de la arquitectura nos puede llevar a entender cuáles eran las preocupaciones de la sociedad que la desarrollara. En arquitectura no existen casualidades, existen causalidades; el hecho de que un edificio esté construido en un lugar concreto y no en otro cualquiera tiene un por qué; por ejemplo, una catedral gótica nunca sería construida a las afueras de una ciudad.

Igualmente, la forma de ocupar el espacio, de la distribución los volúmenes, de la luz, así como el mayor o menor grado de decoración, nos revela una valiosa información sobre aquellos que lo construyeron.

La arquitectura influye en la gente

Igual que la arquitectura nos habla y nos informa, la arquitectura puede también influir sobre nosotros, convencernos de algo.

Cuando se estudia historia de la arquitectura, a menudo se habla de Arquitectura Propagandística. Se trata de una arquitectura, que de forma indirecta y subjetiva nos demuestra el poder de aquellos quienes la realizan. Ya en el Imperio Romano se empleaba esta arquitectura, se construían edificios de dimensiones colosales, que mostraban a los súbditos el poder del emperador.

En etapas posteriores, como en el periodo barroco, se seguía usando tal modo constructivo. Es habitual que los gobernantes intenten demostrarle a sus gobernados quién tiene el poder. En la propia ciudad de Madrid, Felipe II llevó a cabo semejante tipo de construcciones, que dejaban suficientemente claro la grandeza del Imperio Español. Incluso Hitler, durante el Tercer Reich, promovió entre otras medidas propagandísticas, la construcción de edificios en los que la población identificara en la propia arquitectura la amplitud del poder que ostentaba.

La arquitectura esconde secretos

Vivimos rodeados de arquitectura, y apenas nos paramos a pensar en cómo ésta interactúa con los seres humanos. Somos incapaces de apreciar la arquitectura como un mecanismo vivo, que nace, vive y muere.

Nace de la mano del hombre, vive como espectador de lo que al ser humano le sucede tanto en su interior como en su exterior, siendo testigo de tantos acontecimientos como no pueden verse en la calle, es testigo mudo de momentos de alegría, tristeza, amor, violencia…

La arquitectura muere finalmente, tras su inevitable deterioro, llevándose todos sus secretos, jamás revelados. Se lleva en sus escombros todo lo que vieron sus paredes, y todo aquello que nosotros no escuchamos.