En 1909, Mariano Fortuny, pintor, escenógrafo y diseñador diseñó junto a su mujer Henriette, un vestido que no solo fue deseado por todas las damas de la alta sociedad, sino que se convirtió en un icono del mundo de la moda. Su inspiración fue la estatua griega del Auriga de Delfos (476 a.C.). Se trata de un vestido realizado en tela de seda con diminutos plisados, es recto y cae desde los hombros.

Por la manera artesanal de hacerlo, ningún vestido Delphos es igual a otro. En su época fue revolucionario pues supuso toda una liberación para la mujer, que al llevarlo debía prescindir del envarado corsé que aún se usaba a principios del siglo XX.

El vestido Delphos se adaptaba al cuerpo de la mujer remarcando sus formas.

Un vestido con leyenda

Fortuny patentó este vestido en 1909, diez años después comenzó la comercialización. La leyenda cuenta que nadie sabe la fórmula exacta empleada por Fortuny para la elaboración de las telas y sus tintadas. Al parecer al día siguiente de su muerte, su viuda esparció en los canales de Venecia los colores para que no fuera posible imitarlos.

Fue esta la época en la que empezaron a aparecer los grandes diseñadores que por primera vez firmaban sus diseños.

En el Museo de Sorolla, en la sala que la familia dedicaba a comedor, hay una guirnalda donde está representada la hija pequeña de Joaquín Sorolla, Elena ataviada con un vestido Delphos. Tanto Sorolla como Fortuny, son un ejemplo claro de cómo el mundo del arte y de la moda han estado siempre muy relacionados.

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