En estos días de salud delicada dudaba de si escribir sobre el nuevo documental de Televisión que National Geographic ha dedicado a la cultura tartésica y su vinculación con la Atlántida de Platón.

Pero el no haber podido ver dicho documental (copresentado, al parecer, por George Lucas, lo que no sé si le suma o le resta credibilidad), y el hecho de no querer repetir temas muy a menudo ha hecho que me decante por otro no menos interesante, y no muy alejado geográficamente del supuesto entorno tartésico.

Me refiero, amigos lectores, a la cultura de El Argar.

En el título digo que la época argárica es desconocida, y aunque no es cierto desde el punto de vista científico, ya que es una de las sociedades tardo neolíticas y del Bronce que mejor se conocen de toda Europa, a nivel de conocimiento del público, aún no se ha llegado, ni mucho menos, al mismo grado.

Se conoce como cultura argárica, o de El Argar, a los yacimientos encontrados por una amplia área del Sudeste peninsular (Almería y Murcia principalmente, incluyendo algunas zonas del Levante) Lleva ese nombre por el del primer yacimiento de este tipo que se encontró, en la localidad almeriense de Antas.

Fortalezas coetáneas a Troya

En dicho asentamiento de El Argar encontraron los Siret, arqueólogos belgas que realizaron grandes descubrimientos en España, centenares de objetos, herramientas y restos que les hicieron pensar en la existencia de una cultura formada en la Península Ibérica desde al menos el último tercio del segundo milenio a.C., y con un desarrollo que pudo extenderse hasta la conocida Edad del Bronce, hacia el 1500 – 1200 antes de nuestra era.

Algunas de las fortalezas de época argárica, como el de La Bastida de Totana, en Murcia, pudieron ser contemporáneas del supuesto nivel homérico de la Troya que excavó Schliemann en la colina de Hissarlik. Por eso, a esta y a otras fortalezas argáricas se ha tomado la mala costumbre de llamarlas las “Troyas ibéricas” robándolas, de esta forma tan ingenua, parte de su originalidad.

Cerámica para los vivos y los muertos

Pero lo más fascinante de la cultura argárica no son sus asentamientos fortificados, sino el desarrollo de diversas artes, como la industria del metal, extraído de las minas cercanas, de la cestería para la recolección y conserva de alimentos, pero sobre todo, de la cerámica, que tenía entre los pobladores argáricos tres funciones: doméstica, ornamental y funeraria.

Sabemos que los difuntos de esta cultura eran inhumados y después enterrados, a veces debajo del propio domicilio, encerrados en enormes tinajas de cerámica y rodeados por un lujoso ajuar con las pertenencias más queridas del fallecido.

Un filón para la Arqueología española

La cultura argárica es una de las más interesantes de la Arqueología española, y sobre las que más noticias surgen en los medios, ya que se sigue trabajando en los yacimientos originales, y se siguen descubriendo asentamientos de este tipo a lo largo y ancho del Sudeste peninsular.

También lo es por ser la cultura más antigua conocida en nuestro suelo que ya presenta recintos y ciudades fortificados, en lugares estratégicos y en altura, lo que nos habla de una fuerte conciencia de territorio y defensa del mismo entre los habitantes argáricos.