Ser trabajador autónomo tiene indudablemente ventajas como la de ser tu propio jefe, decidir tus horarios (que en la mayoría de los casos quiere decir que se alargan las jornadas), la manera de afrontar tu negocio, gestionar tus cuentas, lograr realizarte dedicándote a algo que te gusta etc. Pero indudablemente también cuenta con una serie de dificultades y más desde que la crisis económica hizo su aparición.
Los problemas económicos suelen ser los más acuciantes, los trabajadores autónomos se ven más limitados a la hora de obtener financiación bancaria para sus negocios pues se suelen solicitar avales.
Además, muchas veces tienen que hacer frente al impago de sus clientes, e independientemente de sus ingresos tienen que afrontar los pagos a la Seguridad Social y del IVA.
Ajustarse a los tiempos que corren, es otro reto importante para el trabajador autónomo que muchas veces tiene que manejar la nueva tecnología sino quiere quedarse anquilosado y se ve carente de la formación adecuada. Además, la competitividad es grande y hay que atender a muchos factores para no quedarse descolgado del mercado.
Conciliar la vida personal con llevar un negocio es algo que puede resultar arduo, más cuando muchas veces está en juego el propio patrimonio personal. La protección social es menor para el trabajador autónomo, sobre todo porque en la mayoría de las ocasiones se ve obligado a cotizar lo mínimo. Factores todos que pueden influir en la calidad de vida elevando el nivel de estrés.