Cuando se habla de individualidad se alude a la condición subjetiva de la persona; esta se conforma como un rasgo característico de cada ser humano. De este modo se pueden encontrar personas introvertidas y extrovertidas. En algunos el mundo interno es más grande, se vuelca hacia adentro y en otros se dirige hacia la exteriorización y comunicación. No obstante desde un punto de vista racionalista, es necesario hallar un equilibrio que corresponda a nuestro estilo de vida y manera de ser.

Muchos estudios en neurociencias y psicología se han centrado en descifrar los misterios del psiquismo relacionados a la evolución de las conductas superiores del humano.

La diferenciación en los procesos de desarrollo de la especie ha permitido su conservación, la adquisición de un alto nivel de conciencia sobre los factores que inciden sobre nuestra manera de ver el mundo y relacionarnos con los otros es crucial.

La adecuada participación colectiva está vinculada a estructuras cognitivo afectivas

Un caso que ilustra lo anterior es el de Phineas Gage quien era trabajador de ferrocarriles en Vermont -Estados Unidos. Lo que le sucedió a este hombre mientras trabajaba preparando artefactos explosivos para volar unas rocas que interferían en la línea del ferrocarril.

Pasó en esta situación que explotó la polvora y la fuerza del impacto lanzó un barreno hacia su cráneo y lo atravezó entrando por la mejilla izquierda y saliendo por la mitad de la cabeza, cortando la conexión entre la corteza prefrontal y el resto del cerebro.

Después de aquel accidente y de recuperarse de la pérdida de conciencia, Gage se transformó en un ser amoral, quien era ofensivo y no tenía consideración por nadie, burlándose de manera despiadada de sus compañeros de trabajo.

Al parecer la región prefrontal del cerebro también llamada orbitofrontal, incide sobre el control de los impulsos instintivos, un mecanismo vital para la socialidad y la vida común.

El origen mismo de la moralidad se refleja en este conocer de las neurociencias, ya que en esa parte animal e irrefrenablemente obscena que está latente en cada uno gracias a un pecado de nacimiento; es decir una condición innata a la especie en que surge otra estructura que la controla, siendo las estructuras más arcaicas o tradicionales como sería el cerebro reptiliano las que conforman la parte instintiva que es regulada por las estructuras nuevas y más refinadas o racionales, como es la neocorteza.

Las estructuras del cerebro reflejan los comportamientos ideológicos del hombre

Los primates comparten modos similares a los de los humanos para resolver conflictos de intereses dentro de grupos. El anarquista Píotr Koprotkin (1842-1921) afirmaba que los primates se ayudan recíprocamente ya que así obtienen beneficios a largo plazo y así comenzaron a luchar menos unos contra los otros, en lugar de esto se unían para combatir con el medio.

La señalada actitud de los primates ayuda a rastrear el origen biológico de la cooperación y la empatía como respuesta al mecanismo de selección natural de especies que comenzaron a obtener desarrollos en el establecimiento de alianzas fraternales e íntimas reguladas por estructuras de acción equilibrantes de grupo.

Entre las actitudes morales que comparten los primates con los humanos gracias al desarrollo evolutivo del cerebro se encuentran el compartir alimento, la reconciliación, la intervención en conflictos, y la intermediación. El individualismo responsable implica la conservación de las actitudes evolutivas del cerebro que permiten el bien colectivo.