Llevamos décadas viendo en televisión series y películas cuyo argumento se centra en perseguir a un asesino en serie o en averiguar quién ha sido el artífice de tales o cuales crímenes secuenciales. Plataformas digitales como Netflix, hoy en día siguen produciendo con éxito este tipo de thrillers policíacos. Un ejemplo reciente es la serie Mindhunter. La historia se sitúa en los años 70, contexto en el que el FBI todavía no incluye la Psicología dentro de sus recursos forenses. Sus protagonistas intentan entender qué mueve a un psicópata a llevar a cabo tales atrocidades sin mostrar el más mínimo remordimiento y aprender a identificarles desde sus rasgos de personalidad y su forma de expresarse hacia el mundo, pues, están seguros, que hay patrones comunes entre ellos que pueden apoyar de forma útil en las investigaciones.

Y es que si la mente ya nos resulta misteriosa, más nos lo resulta la de un psicópata.

¿Qué es la psicopatía?

Cuando me aventuré a escribir este artículo asociaba, como imagino que haréis la mayoría de vosotros, la psicopatía con la criminalidad, es decir, no imaginaba que una persona cuya mente es una mente psicópata pueda no cometer ningún acto de agresión o violencia explícita, que no sea tirar objetos al suelo o dar un portazo, a lo largo de su vida.

Pero estaba equivocada.

Existen más mentes psicópatas de lo que imaginamos. Numerosos estudios afirman que a lo largo de la vida podemos llegar a conocer seis decenas de psicópatas y ni siquiera darnos cuenta e, incluso, casarnos o mantener una relación sentimental con uno/a de ellos/as y no entender por qué todo resulta tan poco fluido, destructivo y dañino.

La psicopatía no ha llegado a catalogarse nunca como una enfermedad mental. Está incluida dentro de los trastornos de personalidad, concretamente como Trastorno Antisocial de la Personalidad. Esto no significa que los psicópatas no se relacionen con sus vecinos, compañeros de trabajo, familia o lleguen a tener pareja e incluso hijos, no necesariamente deciden vivir aislados.

Los psicópatas caminan entre los demás, simulando ser personas simplemente genuinas, más suyas, discretas y que aunque no suelen manifestar abiertamente su opinión, disfrutan de la vida. Sin embargo, ¿realmente lo logran?

Vamos a ir descubriendo, a lo largo de este artículo, qué rasgos o características definen a un psicópata y cómo detectarlos.

Como comentaba, la psicopatía no ha llegado a catalogarse jamás como una enfermedad y es que no muestra ninguna alteración morfológica en el cerebro, por lo que es indetectable en un examen clínico. Sin embargo, después de analizar y analizar conductas, los psicólogos y especialistas en comportamiento criminal han logrado identificar una serie de rasgos comunes que como mínimo, pueden ponernos entre aviso cuando estemos delante de este tipo de sujetos.

La característica principal del psicópata es que manifiesta “anestesia afectiva”. No sienten culpa, ni remordimiento, por lo que no sufren, mientras su entorno sí. Sin embargo, no se trata de la ausencia total de sentimientos o emociones, porque el psicópata siente rabia, ira, impotencia, tristeza, cuando las cosas no son como ellos quieren, pero es un sentimiento pasajero porque en seguida hará lo posible por aliviarlo.

El hecho de que se muevan por su propio interés está estrechamente relacionado con la necesidad de dominio. Esto hace que sean capaces de desarrollar actitudes que expresen “sentimientos efectivos” como amor, amistad, ternura, pero son superficiales en tanto están simulados, no son reales, y sujetos a obtener un fin, alcanzar un objetivo.

Otro rasgo del psicópata es que tiene la necesidad de buscar la intensidad. Precisamente porque es incapaz de sentir lo que ofrece el amor, que es el sentimiento energéticamente más fuerte que existe, más reconfortante, buscan compensarlo de alguna forma. De ahí que el psicópata necesite practicar actividades que le conduzcan a ello: desde deportes de riesgo, trabajos físicos en los que haya cierto peligro, sexo duro o sexo con personas casadas….

Buscan constantemente que su vida no sea sencilla, sujetos al ansia de lograr sentir.

Al psicópata se le ha denominado “loco moral” o “loco sin delirio”, porque éste no recibe mensajes de ninguna voz, ni manifiesta alucinaciones visuales, ni distorsiona la realidad en forma de delirios. Su conducta va orientada a la búsqueda exclusiva de sus propios intereses.

No todos los psicópatas son asesinos, pero sí son destructivos

Hare, Hart y Haper, en 1991, ofrecieron una serie de criterios para catalogar el Trastorno Psicopático de la Personalidad con el objetivo de encontrar patrones comunes que lo hicieran identificable en el análisis. Estas fueron sus conclusiones:

-Locuacidad y encanto personal. A menudo el psicópata resulta atractivo, si ser precisamente una persona capaz de expresarse con facilidad ni claridad en otras áreas de la vida, sabe cómo hacerlo para seducir, lograr generar magnetismo y misterio.

Son especialistas en este arte y lo irradian, no les cuesta obtener lo que desean y lo saben.

-Autovaloración exagerada- Arrogancia. A primera vista, suelen transmitir fortaleza emocional y una seguridad que gusta, pero con el tiempo se les percibe cierta arrogancia. Esa seguridad es real porque internamente se sienten por encima de los demás. Saben que su falta de “conciencia moral” les permite llegar donde quieren y que sólo deben ponerse en acción.

-Ausencia total de remordimiento o culpa. Este aspecto es el que les da poder sobre sus víctimas. Comenten errores y aunque éstos errores generen daños colaterales o directos hacia terceros no sienten ni padecen. Sólo se les despierta rabia, ira o tristeza si se bloquea la consecución de sus objetivos, pero rápidamente buscarán como reemprer sus acciones, salir de la situación, sea a costa de lo que sea y sin desviar la atención en aquellos a quienes han dañado.

-Utilización constante de la mentira y el engaño. Manipulación de los sentimientos de terceros. Los psicópatas mienten constantemente y ya dependerá de la habilidad que haya desarrollado cada uno o una y de la capacidad de observación de su interlocutor, que se reconozcan y vea tales contradicciones rápidamente o a lo largo del tiempo.

-La ausencia de empatía en las relaciones interpersonales es difícil de detectar. Puede quedar camuflada bajo el concepto de ser “introvertido/a” o “desconfiado/a o miedoso/a” pero se detecta de forma espontánea cuando se producen situaciones impactantes inesperadas en las que alguien se daña. El psicópata nunca tendrá una reacción emocional real delante del dolor ajeno, la pude simular unos segundos después para no desenmascararse, pero mantendrá la calma en todo momento y utilizará su falta de empatía para simular entereza y tablas.

-Problemas de conducta en la infancia. El psicópata, cuando es niño/a ya se muestra temerario/a, pero no con su propio cuerpo, más bien suele tener ideas en las que implica a terceros para experimentar situaciones y aprender. El peligro que encierra este tipo de personalidad ya se manifiesta a muy temprana edad. Los psicópatas suelen tener pasados construidos a base de experiencias duras generadas o ideadas por ellos mismos. Pero no sienten culpa, aunque sí rabia delante del castigo o de la privación de su libertad y del control.

-Conducta antisocial en la vida adulta. El psicópata según entra en la edad adulta y deja de ser un joven, tiende cada vez más a aislarse de las relaciones interpersonales profundas, incluso de los eventos sociales y buscar actividades en solitario o compartidas con una sola persona, que llenen su tiempo.

Rehúye de las relaciones profundas porque le incomoda recibir el amor de otros y verse incapaz de sentirlo él.

-Impulsividad. Ante su aparente calma, es un ser de naturaleza impulsiva, tanto a la hora de manifestarse violento como a la hora de tomar decisiones. Todo lo que le suponga analizar, estructurar, organizar a medio largo-plazo se quedará en un pensamiento y no llegará a ejecutarlo.

-Ausencia de autocontrol. Este tipo de individuos irradian control, es cierto, y de hecho lo externo lo controlan y manejan a su antojo, sin embargo, no tienen autocontrol. La mayoría han estado en contacto con las drogas, el mundo de la noche, la prostitución sea de forma directa o indirecta, el juego, el vandalismo…y han abusado de ello en ciertas ocasiones hasta lastimarse o perder, apartándose de ello.

Suelen manejarse en los extremos respecto a sí mismos/as, o mucho o nada, pero no logran generar “grises”, se niegan a caminar dentro del equilibrio, tal vez, porque no lo entiendan aunque sean capaces de verlo y ver sus ventajas.

-Irresponsabilidad. Este criterio o característica es obvio, en tanto lo que les mueve es su propio interés, sus sensaciones y necesidades, que a su vez carecen de autocontrol y están empujadas por el impulso. Las personalidades psicópatas, sobre todo en la juventud, suelen verse en situaciones en las que su vida llega a peligrar. Se creen infalibles y desafían cualquier cosa sin pensar en las consecuencias. Incluso, fruto de esa impulsividad llegan a tomar decisiones de todo tipo, sean económicas, profesionales, personales, cargadas de negligencia y que llegan a dañar a terceros.

Pero es no les preocupa, siempre y cuando ellos logren reponerse.

-Estilo de vida parásito. Esta característica que definieron estos especialistas no hay que entenderla análoga al concepto de “vividor”, sino como una tendencia a querer lograr el dinero de la forma más fácil posible, minimizando esfuerzo e inversión, y esto es, haciendo que otros arriesguen por ellos. El psicópata suele rodearse de personas que le proporcionan lo que necesita, personas a las que vende amistad para que llenen sus carencias y vacíos, del tipo que sea: contactos, dinero, compañía, conocimientos, sexo, según necesite en cada momento, y lo hará sin generar la sensación de estar beneficiándose de nada, más bien le dará la vuelta y será el psicópata quien se presente como una ayuda para ese alguien.

Son ambiciosos y por lo general materialistas, por lo que la obtención de ingresos para ellos es aliviadora aunque no importante. Para el psicópata el dinero relaja esa parte de su vida que le permite concentrarse en calmar el ansia que le genera esa incapacidad de sentir empatía, buscando experiencias intensas, que le van suponer tiempo y/o dinero.

-Conducta sexual promiscua. La promiscuidad es una consecuencia de su necesidad de buscar la intensidad y de esquivar la profundidad. Incluso las personas psicópatas que han llegado a casarse guardan muchos secretos, sin embargo, necesitan que sus parejas no se guarden nada, por esa necesidad de control que tienen, ellos/as.

Para finalizar, y no extenderme más en esta breve introducción al tema, nombro lo demás rasgos que también siguen las personalidades psicopáticas, y estos son: falta de objetivos realistas y a lo largo plazo, necesidad de estimulación constante, tendencia al aburrimiento, relaciones sentimentales de corta duración o con constantes quiebros, conductas delictivas.

Estas características no son modificables ni por la experiencia ni por la educación, pero sí en la edad adulta pueden irse suavizando de forma natural y quien sabe, si hasta desaparecer si no se desencadena nada peor y la persona, el psicópata, toma consciencia de lo que le ocurre y trabaja para lograr solucionarlo.

Al fin y al cabo nacemos de una forma y morimos de otra, por lo que somos nosotros quienes decidimos cuánto de diferentes seremos respecto del inicio, a lo largo de este maravilloso paseo por la vida.

Si la psicopatía no es una enfermedad mental físicamente demostrable quiere decir que muy probablemente el psicópata no nació sin empatía, sino que la anuló fruto de sus circunstancias, tal vez, ¿por supervivencia?