Constantemente se oye hablar del problema de la desnutrición infantil, e incluso de la desnutrición en general, que se produce entre la población de los llamados países “subdesarrollados”. Numerosas ONG’s piden constantemente ayuda a la ciudadanía de los países que el sistema denomina de “primer mundo” o “desarrollados” para tratar de poner en marcha acciones, como bancos de alimentos, que minimicen los devastadores efectos de este mal que no es nuevo, pues lleva cobrándose vidas desde que la humanidad pobló y decidió empezar a explotar este precioso planeta, rico en recursos naturales.

Sin lugar a dudas,el ser humano ha diseñado y desarrollado un sistema en el que para que unos tengan, otros tienen que sufrir carencias y para que unos logren, otros deben resignarse a tan sólo sobrevivir, en el mejor de los casos.

Forma parte de nuestra cultura que cuando los niños no tienen mucho apetito y proponen dejar algo de comida en el plato, los padres les digan que "deben comérselo todo, porque dejar comida es despreciar lo que tienen y que además es una falta de respeto hacia los pobres que no cuentan con alimentos para saciar el hambre”.

Este argumento sorprende, desde un punto de vista pragmático, pues no tiene demasiado sentido que unos se empachen porque otros no tengan qué comer.

Resulta más coherente repartir y que todos puedan alimentarse. Pero nuestra cultura siempre ha planteado precisamente eso. Cuando el entorno o las circunstancias brindan, a una persona, uno o varios recursos, existe la creencia de que si no se sobrexplota en beneficio propio, se está menospreciando.

Y no se trata de sobrexplotar, ni de explotar, esas son precisamente actitudes y acciones destructivas que han conducido a la humanidad hasta aquí, se trata más bien de optimizar, repartir, dosificar, administrar y hacer que el recurso cunda y se desarrolle para que favorezca a cuantas más personas mejor, sin dañar el planeta.

Pero querer acaparar y acumular dejando a otros desprovistos, no sólo pasa con los alimentos, pasa también con el dinero, el trabajo, etc.

Volviendo al problema de la desnutrición… Siempre ha existido el falso concepto de que "quienes comen mucho están bien nutridos”. Y realmente no es así. Nuestro cuerpo necesita unas cantidades concretas de nutrientes que muchas veces encontramos en alimentos pequeños y de forma muy concentrada.

Es decir, existen alimentos que aportan grandes cantidades de nutrientes en porciones pequeñas, por lo que la cantidad de comida que ingerimos no significa alimentarse bien o de forma saludable.

La típica frase “niño come más, que has comido poco” refleja , precisamente, este valor cultural y es que comer más de lo que el cuerpo necesita o va a consumir es totalmente contraproducente. Otra frase que suele escucharse en reuniones sociales es “he comido súper bien, un entrecot de 350 gramos, medio kilo de patatas con salsa, media barra de pan y un postre”. En realidad lo que ha recibido esa persona en su cuerpo es un exceso de grasas saturadas y de calorías que posiblemente no consumirá a lo largo del día, excepto si hace mucho deporte.

Por otro lado, todas las vitaminas, minerales o macronutrientes que contengan esos alimentos y excedan de lo que el cuerpo necesita, se eliminarán desde el sistema excretor, así que no sirven de nada. En casos como estos, simplemente, la persona “ha llenado el endorgo” provocando una saturación en su sistema digestivo que hará que sea más difícil metabolizar las propiedades de los alimentos ingeridos.

No hay que olvidar que siglos atrás, la nobleza, la realeza y la iglesia contraían numerosas enfermedades debido al sobrepeso y al exceso de grasas que consumían, siempre sujetos a ese concepto erróneo de que comer mucha cantidad es comer bien.

De hecho, los alimentos que ingerían además eran densos a nivel nutricional, hipercalóricos y de digestión difícil, sumado a unas vidas bastante sedentarias,

Comer mucho no es sinónimo de estar correctamente nutrido, ni comer poca cantidad de no estarlo

Un ejemplo de ello lo encontramos en una planta que hace a penas una década Sin embargo lograr hacerse con un ejemplar de la planta es realmente muy difícil. Es una planta poco longeva que crece como un arbusto, y aunque que no necesita condiciones ambientales delicadas ni muy específicas, por lo que puede cultivarse en casi cualquier lugar del mundo, sí requiere cuidados. Actualmente la moringa, pese a su gran potencial nutricional, se está utilizando principalmente para el tratamiento de las aguas como purificante, otro gran negocio, ya que está resultando ser más efectiva que los purificadores sintéticos, en vez de potenciar su uso en la Alimentación.

Los valores nutricionales de este superalimento son sorprendentes

100 gramos de hoja de moringa contiene 15 veces más potasio que el plátano, 25 veces más hierro que la espinaca, 12 veces más vitamina C que la naranja, 10 veces más vitamina A que la zanahoria, 9 veces más proteína que el yogurt de leche animal y así podríamos seguir.

Además de la cantidad tan espectacular de nutrientes esenciales que tiene es un alimento con propiedades antinflamatorias pues contiene isotiocianatos, flavonoides y ácidos fenólicos, regula también la glucemia, el colesterol y contiene gran cantidad de antioxidantes.

La Moringa podría solucionar el gran problema de la desnutrición

Frante a estos datos, la pregunta que surge es ¿por qué este superalimento que previene y corrige más de 300 enfermedades y que puede cultivarse en casi cualquier tipo de clima (excepto zonas encharcadas) ha estado silenciado y abandonado durante tanto tiempo?

Y es que la Moringa forma parte de los muchos alimentos vegetales que se denominan “de cultivos huérfanos”.

Hoy en día para consumir Moringa hay que pagar dinero, y no poco. Decidir consumirla dentro de la dieta habitual, como se hace con el arroz o las legumbres, puede salir muy caro. Pero ahí está el negocio, la salud es sólo para unos cuantos, pues con este alimento se podrían solucionar muchos problemas de desnutrición que sufren hoy todavía tantas y tantas personas en numerosos países del mundo, y no sólo eso, también se podrían prevenir y remitir muchas enfermedades a las que el ser humano está expuesto por déficits nutricionales.

La idea estaría en potenciar el cultivo de Moringa para que pueda consumirse sin altos costos, pero eso a la industria farmacéutica le puede perjudicar y hacer perder parte de sus grandes beneficios.

Por suerte, siempre hay quienes reaccionan ante los redescubrimientos, sea para solucionar o sea para acabar generando otro gran negocio con el tiempo, y es que La FAO, el Centro Mundial de Agrosilvicultura, entre otros socios, han vislumbrado la importancia de esta planta y han acordado trabajar para fortalecer la capacidad de los países miembros de la FAO y focalizar mejor la investigación, el desarrollo y los sistemas de distribución de estas semillas junto con las de otras plantas. Porque la Moringa no es sólo un superalimento de cultivo huérfano, junto a él, que se sepa hasta ahora, hay más de 30.000 especies comestibles muy interesantes que están abandonadas desde hace generaciones.

Desde luego, parece claro que el ser humano está cada vez más cerca de un cambio en materia de Nutrición, y que este cambio se está fundamentando, ni más ni menos, en prestarle atención a lo que siempre ha estado tan cerca y a la vez tan lejos, de favorecer en la mejora de la salud.