Tatuarse es algo tan cotidiano que para muchos se ha convertido en trivial. No obstante, son numerosos los estudios que exponen aspectos desconocidos sobre las motivaciones reales de los tatuajes en hombres y mujeres. ¿Te apetece saber más?

¿Erostismo o atracción por el dolor?

El arte de plasmar en la piel dibujos, símbolos y mensajes cuenta con más de 5.000 años de historia. En las culturas antiguas el tatuaje estaba vinculado a la exaltación del simbolismo religioso y el deseo de honrar a una deidad determinada. Además de esto, era un amuleto de protección o un facilitador de la sanación.

En nuestros días, de acuerdo con la Academia Española de Dermatología en torno al 30 % de los jóvenes de entre 18 y 35 años tiene algún tatuaje. Las motivaciones más comunes son el deseo de aceptación por el grupo, llamar la atención y la transgresión.

La psicoanalista Silvia Reisfeld lleva años estudiando y comparando a los tatuados. Sus conclusiones y aprendizaje se hallan recogidos en su obra "Tatuajes: una mirada psicoanalítica". Según la autora, los tatuados tratan de contrarrestar sus conflictos emocionales, les gratifica el dolor, necesitan expresar el duelo o autoafirmar su identidad a través de los tatuajes.

Hay algo de erotismo también en esta expresión artística corporal, ya que los hombres tienden a tatuarse los brazos, como extensión de su masculinidad, mientras que ellas se decantan más por los diseños livianos, de líneas suaves y curvas, en zonas más discretas o sexys de su cuerpo como la nuca, los hombros o la cintura.

Otra investigación, del año 2012, sobre la personalidad y los tatuajes releva que las personas que poseen tatuajes son más extrovertidas y auténticas que las que no los llevan. Son individuos que convierten su cuerpo en un diario exponiendo los hechos más relevantes de su vida y confeccionando así su propia personal brand a base de tinta y sufrimiento.

Muchos de los que presentan buena parte de su cuerpo tatuado confiesan que el dolor forma parte del encanto (o del morbo) de la liturgia de tatuarse. La resistencia al dolor denota valentía, seguridad en sí mismo y compromiso con las decisiones a largo plazo. A pesar de saber que es algo para toda la vida (o casi para toda la vida) y que no es precisamente un paseo por el cielo siguen adelante con su propósito.

En otras ocasiones, la superación de una patología crítica o de un grave conflicto psicológico puede llevar a estas personas a querer resarcirse de esta circunstancia vital construyendo una nueva identidad en una evidente catarsis personal.

Como ves, los motivos son variados. Sin embargo, parece una recomendación sana que si decides tatuarte sea por una decisión meditada, no por modas pasajeras o por el deseo de agradar a nadie.

No dejes que decidan por ti. Tu cuerpo te pertenece solo a ti.