La empresa norteamericana Intuitive Surgical desarrolló un equipo de cirugía robótica que comenzó a usarse allá por el año 2000. La finalidad del proyecto era crear un sistema quirúrgico que facilitara las cirugías complejas utilizando un enfoque mínimamente invasivo para el paciente de manera que su recuperación fuese mucho más rápida y sencilla.

Al robot lo llamaron da Vinci. Es fácil que nuestra imaginación se desboque y recree la visión de un robot futurista ejerciendo la labor de cirujano tomando sus propias decisiones con iniciativa propia, nada más lejos de la realidad.

Da Vinci no es autónomo en absoluto, es el cirujano el dueño y señor de los mandos y las decisiones que han de ser tomadas en la operación.

Muchos lo habréis visto hace poco en el popular programa de televisión el Hormiguero, presentado por Pablo Motos, allí pudimos entender no solo el concepto del robot, sino la importancia de su modus operandi y su precisión. En directo, un cirujano a los mandos de la consola de Da Vinci consiguió pelar un trocito de uva para posteriormente coserle la piel.

Y es que operar con Da Vinci, es algo así como jugar a un elaborado videojuego. Desde la consola de mandos ergonómica, situada normalmente en el quirófano, el cirujano se sitúa a los mandos desde los que maneja los cuatro brazos que suele tener Da Vinci.

Uno de ellos destinado a iluminar desde dentro el cuerpo del paciente y manejar la cámara que permite que el cirujano tenga una visión tridimensional y de alta definición, aumentada hasta 10 veces del interior del cuerpo que está operando, de hecho casi se podría operar con el quirófano a oscuras. Los otros tres brazos, cuyos movimientos por cierto imitan los de la muñeca humana, solo que con la posibilidad de girar 360 grados, se utilizan para manejar los diferentes instrumentos de precisión que la operación requiere.

La torre de visión se sitúa por lo general al lado del paciente y ayuda al resto del equipo a ver que es lo que va ocurriendo. Visión, precisión (Da Vinci elimina los ligeros temblores que pueden producirse en las manos del cirujano) y control son las grandes ventajas que ofrece este sistema quirúrgico.

Las ventajas para el paciente son también evidentes, la apertura de pequeñas incisiones reduce no solo las cicatrices sino también el sangrado, lo que implica menos dolor y por lo tanto una recuperación más rápida.

Los periodos de recuperación se reducen con lo que el periodo de hospitalización también es menor.

Los usos que se le pueden dar a da Vinci son múltiples entre los más utilizados están los tratamientos de problemas de próstata, la reparación de válvulas cardiacas y procedimientos ginecológicos. Sin embargo, en cierto sentido Da Vinci es una especie de código abierto que permite adaptaciones y mejoras.

Un ejemplo destacado es el rectoscopio diseñado por el doctor Marcos Gómez Ruíz en colaboración con el ingeniero Alberto Calleja Iglesias, que ha llevado al Hospital Universitario de Valdecilla a convertirse en pionero a nivel europeo de las operaciones de cáncer de colon. Además el Hospital Universitario de Valdecilla es uno de los pocos centros que se imparte formación y entrenamiento en la cirugía robótica colorrectal mediante simulación clínica.

Unos dos millones de euros es el precio de esta maravilla de la medicina, lo que hace que su adquisición no sea fácil y más para un sistema de la sanidad público, en España tan solo encontramos unos 30 da Vinci. Lo ideal sin duda sería que cada hospital pudiera contar con su propio robot porque es evidente que el tipo de intervenciones que lo requieren cada vez aumentan más.