Casi todos los progresos científicos de gran utilidad para la humanidad tienen en su base un origen militar. La cirugía es un campo que ha vivido grandes avances a lo largo de los siglos XIX y XX, se descubrió la anestesia, la antisepsia y la manera de controlar la pérdida de sangre. A ello debemos ahora añadir la cirugía robótica.
En un campo de batalla siempre hay muchos más soldados que médicos y proteger la vida de estos últimos es fundamental. En 1980 el Departamento de Defensa de los Estados Unidos encargó un robot con la última tecnología del momento que permitiera a los médicos operar a distancia de las zonas de primera línea de guerra.
Las investigaciones que se llevaron a cabo permitieron la creación de un robot, pero era demasiado grande y precisaba de mucho personal para su manejo, lo que llevó al Departamento de Defensa a desechar la idea.
Solo unos años después Surgical Systen, una compañía californiana compró la tecnología al Pentágono para poder utilizarla en el campo de la medicina civil. En el año 2000 la FDA (Administración de alimentos y medicinas en los EE.UU.) les concedió el permiso para comercializar al robot Da Vinci. Desde entonces su uso se ha ido extendiendo por el mundo.