Es normal que durante a época estival los países europeos con costas al Mediterráneo cuenten en las noticias de sus medios de comunicación la llegada de embarcaciones que en España se las conoce como “pateras” lanchas, barcas, llenas de personas que intentan ingresar a la tierra que en teoría les cumplirá sus sueños.

Pero los últimos años no han sido precisamente los inmigrantes irregulares quienes estremecieron al mundo cuando, huyendo del horror de la guerra, se subían en cualquier cosa que flotara, rumbo ya no a un mundo mejor, no a un sueño de una vida mejor, con salario digno, no, sencillamente rumbo a la vida.

Miles de personas han encontrado la muerte en el Mediterráneo

Desgraciadamente han sido miles de personas las que encontraron la muerte, numerosas son las que tienen por mortaja y tumba el Mediterráneo, quizás el mar que más tumbas saladas tenga en el mundo. Ya poco o nada se habla de los refugiados que los países de Unión Europea deberían haber acogido, apenas unos miles, un puñado por algunos de los estados miembros han sido beneficiados.

En España aún en navidades seguimos viendo cómo llegan jugándose la vida, Dios sabe cuantos de ellos son los que quedan en medio de ese estrecho, cuantos los que forman parte de ese cementerio de tumbas saladas sin lápidas, sin nombres, de mujeres, hombres y niños a los cuales sus seres queridos jamás podrán dejarle flores en homenaje a su recuerdo.

En fechas tan señaladas como la navidad hay muchos miles de personas que al pensar en sus seres queridos miran inevitablemente hacia el Mediterráneo intentando imaginar si se encuentran allí o si lograron cruzar sus aguas.

Pocos recuerdan ya una imagen que resumía la tragedia y el horror que sufrían decenas de miles de personas, Aylan, un niño de apenas 3 años ahogado en las costas turcas, conmocionó al mundo, pero no fue ni por asomo suficiente para frenar esa cruda realidad que sigue casi día a día llenando de tumbas saladas un mar que no para de sumar muertos en sus aguas.

Hoy es navidad y son miles y miles los hogares que miran hacia este mar al tiempo que contemplan una silla vacía, muchos los que a pesar de ello esperan ansiosos surcar sus aguas para llegar a una tierra donde sueñan tener una oportunidad de vida… la misma vida que ese mar puede arrebatarles.

El mundo hoy se desea mutuamente felicidad y dicha rodeado de sus seres queridos…o casi todo ellos, algunos, varios miles no podrán porque han dejado sus vidas en el mediterráneo sea entonces por una vida mejor o por huir de la guerra.

Quizás los gobiernos deberían aunar esfuerzos

Quizás aquellos que nos gobiernan deberían aunar esfuerzos no en este mar que engulles vidas sino en países de origen, quizás sería mucho más sencillo y efectivo invertir en vida, en esperanza, en trabajo y en seguridad en los países de donde proviene esta gente, para amortiguar el problema, para evitar tanta tragedia.

Puede que, si Europa trabajase en origen el problema, con el paso de los años podríamos ver en las noticias que al mar le han arrebatado vidas, puede que sólo con algo de ingenio y buena voluntad, de invertir de forma inteligente llegue el día que aquellos que esperan por semanas o meses para atravesar el estrecho dejen de hacerlo pues en sus países podrán tener la certeza de que ellos y sus hijos se lleven algo a la boca cada día.

El Mediterráneo mientras esto no pasa continúa ampliando su número de víctimas, mientras los que llegan con la esperanza de una vida mejor si no son deportados, aunque sean o deberían ser refugiados de guerra, lo que encuentran es rechazo, discriminación, miseria, mala vida y quizás, sin decirlo, algunos de ellos piensen en que ha sido peor el remedio que la enfermedad.