Ni el más pesimista de los soberanistas ni el más optimista de los constitucionalistas habría pensado en que algo que nació como una broma en las redes sociales, especialmente en Twitter pero que luego se trasladó los grandes medios de comunicación, tan en serio se ha tomado la broma que el mismísimo The New York Times ha tomado nota de la misma.

Pasado el 21D los constitucionalistas, que son mayoría en Barcelona y las ciudades más pobladas de Cataluña, recuperaron esta vieja idea y quizás sin pretenderlo, han creado de una broma un tema que poco a poco se comienza a tomar muy en serio, sobre todo porque sería constitucionalmente posible, legalmente posible, algo que de llevarse a cabo acabaría de manera definitiva con las aspiraciones soberanistas.

La zona denominada como Tabarnia nuclea a 6 millones 200 mil personas, es además la más cosmopolita, económicamente la más próspera, la más dinámica, pero además es donde el apoyo al constitucionalismo tiene más apoyos.

Pues bien, el resurgir de la idea es ahora tema de conversación en casi cada punto de Cataluña, pero también se comenta en muchos grandes medios, la repercusión ha sido verdaderamente espectacular, tanto que deja de ser broma para pasar a ser un tema serio, muy serio, en especial para los soberanistas.

La ironía nace también pues los tabarneses que reclaman una Tabarnia libre esgrimen que “Cataluña nos roba” al tiempo que dicen sentirse discriminados y hasta oprimidos, afirman ser la parte de la población que más aportan económicamente a Cataluña.

Realidad inapelable

La existencia de dos Cataluñas es innegable, la Cataluña urbana, de mayoría españolista constitucionalista y la Cataluña rural, que cuenta con una mayoría independentista. Aclaremos, ni todos los leridanos o gerundenses son independistas ni todos los barceloneses defienden la unión con España, pero los resultados surgidos de las urnas tras el 21D dejan claro la voluntad en los dos territorios catalanes, pero sí queda claro que Tabarnia forma parte de un territorio muy definido, podríamos decir incluso compacto y que conforma la zona cosmopolita más rica de Cataluña.

Los soberanistas y el efecto boomerang

Tabarnia parece pretender pasar de una broma a una realidad y por ello sus crecientes seguidores reclaman su derecho a decidir en las urnas. Sea para seguir siendo parte de España o mantener con la República Catalana unas relaciones normales, para tomar nota: existe ya un Junts per Tabarnia, una bandera de Tabarnia, se habla de un referéndum en octubre del 2019 y existen convocatorias para caceroladas reclamando la independencia de Tabarnia.

La pregunta de los promotores de Tabarnia es sencilla: si Cataluña tiene derecho a reclamar la independencia de España ¿por qué Tabarnia no puede independizarse de Cataluña? La broma ya no es tan broma…el debate está servido y el soberanismo contempla incómodo cómo se le complica aún más el escenario.

Para colmo los promotores de Tabarnia utilizan los mismos argumentos que los soberanistas: el pacifismo, el trato económico injusto, el "Cataluña nos roba", el de la imposición antidemocrática ya que esgrimen que la mitad de Barcelona no desea separarse de España, pero los soberanistas imponen su voluntad, como imponen la lengua catalana tanto en la enseñanza como en el comercio.

El caso es que Tabarnia es hoy tema de debate a lo largo y ancho de Cataluña y que cada hora que pasa suma más y más seguidores y apoyos.

Curiosamente son muchos también los que afirman que la idea renace desde el canal del Partido Popular y que TVE ha dedicado y dedica muchos minutos en sus espacios informativos para lo que consideran “un embrión de comunidad autónoma”.

Los supuestos, aunque no identificados promotores de Tabarnia pedirían una comunidad autónoma que comprenden las provincias de Tarragona y Barcelona, que las aleje del fantasma separatista, o lo que es peor: separar la Cataluña rica y urbana de la Cataluña rural y pobre.

Mientras todo esto sucede, lo que nació como una broma toma cuerpo y apoyos, al tiempo que muchos, como yo, nos preguntamos hasta dónde llegará la fractura social en Cataluña, hasta dónde la clase política puede permitir y permitirse que continúe el delirio. Una broma demasiada seria. Que debería preocupar a más de un empresario, especialmente los dedicados al sector turístico.