Los resultados del 21D en Cataluña reafirman la voluntad del pueblo catalán que apuesta, a pesar de todo, por el soberanismo. Con un resultado espectacular encabezado por Inés Arrimadas, (Ciudadanos) que evidencia la existencia de un más que importante porcentaje de la población catalana que desea seguir en España.

La formación de Ciudadanos logra una victoria contundente en votos, pero que lejos en la carrera a presidir la Generalitat, en una jornada electoral atípica marcada por una participación ciudadana sin precedentes, sobre todo teniendo en cuenta las condiciones en las que se han celebrado.

Puigdemont, el presidente destituido y cabeza de lista de Juntos por Cataluña también sorprende pues las encuestas lo situaban como tercera fuerza, pero, rompiendo todos los pronósticos reafirma su liderazgo.

Cataluña está sin duda alguna polarizada, una sociedad dividida entre el soberanismo y el constitucionalismo, lejos entonces de cerrar el capítulo abierto hace 5 años, el conflicto que mantiene la comunidad autónoma puede acentuarse en los próximos días.

Los resultados muestran que unos ganan perdiendo y otros pierden ganando

Un bloque soberanista que sale reforzado legítimamente de las urnas y cobra más músculo. El mundo puede contemplar la granítica, sólida, tozuda, perseverante y sobre todo contundente de la mitad del pueblo catalán que reclama irse de España, ahora sin fechas, pero avalados por la voz de las urnas.

Del otro lado, aunque menos numerosa pero igual de importante, tres partidos de los 7 que se presentaron a las urnas representan a casi la otra mitad que también deja clara su voluntad de continuar en España, apoyando y defendiendo la actual constitución y el sistema monárquico.

En medio de ambos y sin apenas espacio para mediar y menos aún para decidir, los morados catalanes de en Común Podemos no pueden más que ser al menos de momento, meros espectadores del conflicto que no pudo resolverse en las urnas.

Un cambio sutil pero significativo es de parte del soberanismo que representan los radicales de la CUP que se ven reflejados en su pobre resultado de dos diputados, queda claro entonces que en el 2015 los votos “prestados” regresaron a sus orígenes.

La voluntad soberanista a través de los votos le deja claro a Rajoy y al mundo que sus reclamos y aspiraciones no se borran ni desaparecen a golpe de decreto, que la marcha de bancos o empresas no produce erosiones en su voluntad de abandonar España.

Los llamados españolistas o monárquicos encabezados por Arrimadas, que logran vencer en ciudades tradicionalmente socialistas, por su parte dejan claro que un alto porcentaje de catalanes desean continuar como hasta ahora.

La debacle del PP evidencia que la sociedad catalana, más allá de sus diferencias no aceptan decretazos ni inclusiones, el mensaje para Rajoy es claro: no puede ni debe dilatar más la solución al conflicto. Cataluña ni puede ni debe ni se merece continuar polarizada.