En los últimos días, la Corte Suprema de Justicia Argentina, máximo organismo judicial de la nación y tercer brazo del sistema de gobierno, dictó una resolución beneficiando por medio de una vieja ley de 1994 (24.390) a quienes están detenidos acusados por crímenes de lesa humanidad durante la trágica Dictadura militar que usurpó el gobierno entre los años 1976 y 1983. Esa norma establecía que, transcurrido el plazo de dos años previsto en la ley y mientras no exista sentencia firme condenatoria, se debía computar doble cada día de prisión preventiva.

El objetivo en su momento era no prolongar demasiado los procesos judiciales para evitar los hacinamientos en las cárceles.

Fue derogada en el año 2001, pero aun así, en un polémico fallo, el supremo tribunal consideró que era aplicable a los delitos especiales cuando en sí sólo se aplicaría a detenidos por crímenes comunes.

Gran repercusión causó en la población tal medida, y no dejaron de sonar las quejas y reclamos desde distintas organizaciones vinculadas a los derechos humanos. Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, políticos opositores, sindicatos y artistas, realizaron una masiva manifestación en reclamo que se dé marcha atrás con la resolución.

Ahora bien, lo que el país se debe, es un verdadero estudio de lo que sucedió en esos oscuros años...

Según la "historia oficial", tal como se relata incluso en el sistema educativo, parecería que un buen día el fallecido dictador Videla se despertó de mal humor y decidió derrocar a la presidente Estela Martínez (Viuda) de Perón.

Siguiendo esa lógica y tal como se sostiene en ese relato histórico parcial, grupos de "jóvenes idealistas" decidieron luchar contra tal brutal dictadura militar.

La verdad de lo que sucedió antes y durante la instauración del gobierno de facto, el 24 de marzo de 1976, dista mucho del relato que se cuenta tanto por el lado de los defensores de los golpistas, como lo que sostienen quienes están del otro lado.

Los primeros justifican el espanto ante la amenaza comunista en la región en épocas en que la "Guerra Fría" estaba en pleno. Por el otro lado, sostienen que fueron jóvenes que luchaban por un mundo ideal, queriendo derrotar al ilegal gobierno.

La realidad es que se trató de un complot, muy anterior a la recuperación de la democracia en 1973 que originó el retorno de su exilio del presidente Juan Perón luego de 18 años de su derrocamiento en 1955 y posterior asilo en el exterior.

A su vuelta al país, resultó electo mandatario con más del 62% de los votos, por lo que ya la lucha armada con -la presunta- intención de su retorno sin proscripciones, no tenía razón de ser.

Sin embargo, la violencia no disminuyó, sino más bien se incrementó causando miles de asesinatos de militares, policías y civiles.

Los dirigentes de los "jóvenes idealistas", junto a los peores personajes instalados en la jefatura de las fuerzas armadas, boicotearon al gobierno elegido por la gran mayoría, para justificar el derrocamiento a los dos años, desatando una catástrofe social y económica de la cual el país aun hoy no logró recuperarse.

No se trata de justificar los horribles crímenes que cometieron quienes asaltaron e país al grito de "los argentinos somos derechos y humanos" como así tampoco se pueden justificar muchos de los crímenes que llevaron a cabo quienes pretendían instalar un gobierno comunista.

Ambos fueron y son culpables del desastre. Cuando por su propia torpeza cayó la última dictadura, la historia tomó la parte conveniente para dibujar con un romántico tono rosa a quienes habían asesinado a soldados, a policías, a civiles y a niños, en nombre de la "Liberación".

El debate en algún momento deberá llevarse a cabo, si es la intención pacificar definitivamente al país.