En la actualidad hablar sobre Venezuela es pensar de manera inmediata en la crisis. A pesar de que los registros históricos demuestran que la palabra: “crisis” ha sido utilizada por los políticos venezolanos -en su discurso- a través del tiempo, es indudable que en los últimos 18 años de: “revolución bolivariana” esta palabra ha tomado más presencia en el discurso político contemporáneo, hasta el punto de encabezar los argumentos utilizados por el Chavismo quienes defendieron por mucho tiempo “la normalidad” del país.

La crisis es innegable, ambos bandos la reconocen pero de manera diferenciada echan culpas a diestra y siniestra sobre las responsabilidades para con el país.

Es inevitable que me pregunte: ¿Es correcto hablar de: “crisis” de manera genérica como si fuera una totalidad homogénea?

Si bien en estos momentos contemporáneos que vivimos es complicado poder pensar en aspectos positivos de la economía y política venezolana, me parece imprudente que absorbamos este concepto como una totalidad, pues al definirle en genérico perdemos de vista las crisis particulares. Cuando nos referimos de forma global a este concepto, aprobamos que los políticos de curso señalen y obvien a conveniencia las crisis –como me gustaría llamarle- que padece el país.

Uds. refutaran:

-“Pero Gabriel. . . es correcto decir crisis, pues la palabra agrupa todos los elementos que la componen”.

Esto sería muy válido, pero la definición viene con un problema de fábrica por los elementos que obvia al generalizar. Es cierto que parte de las crisis que vive el país son enunciadas por ambos bandos políticos -algunos con mayor hincapié que otros- cómo la crisis económica, la crisis social, la crisis de seguridad, etc.

Pero repito...

esta definición obvian una crisis que los políticos venezolanos no desean debatir y que ha sido la causa principal de la diversidad de crisis que padece Venezuela. Nosotros hablaremos de ello y será el centro de discusión de este artículo.

Cuasa directa de "las crisis". La crisis política/partidista.

Hace unos días tenía una discusión amistosa con un amigo.

Yo le comentaba que para mi sorpresa, observaba muchas personas jóvenes participando y defendiendo a partidos políticos caducos y trasnochados como Acción Democrática y Copei. Ese tipo de acciones me preocupaban.

Al leer sobre historia venezolana encontraremos tres aspectos importantes que marcan la forma de hacer política moderna:

1 tras la caída del dictador Pérez Jiménez entran en el panorama político los partidos venezolanos.

Después de casi Un siglo de Dictadura, los partidos políticos prometían ser una alternativa para conducir a Venezuela hacia la democracia.

2 Desde ese entonces aparecen Acción Democrática y Copei. Las promesas de democracia se convirtieron en pactos bipartidístas y corrupción descarada por más de 50 años.

3 La ineficiencia de estos dos partidos - el bipartidismo venezolano- fueron una causa directa para la llegada de Hugo Chávez al poder.

El "chanchullo" bipartidista una forma de hacer negocio entre políticos venezolanos

Los pactos políticos que en la cuarta república realizaban adecos y copeyanos son tan sólo una parte del verdadero problema que históricamente hemos arrastrado.

Cuando Chávez llegó al poder prometió una alternativa diferente al bipartidismo venezolano y la gente asqueada por lo vivido apostó a él como una novedad.

Sin embargo a través de esto 18 años el gobierno y la oposición se han encargado de reproducir el germen parasitario surgido tras la caída de Pérez Jiménez.

Para el venezolano contemporáneo es inimaginable pensar en otra forma de política que no sea del bipartidismo.

Ya no son adecos y copeyanos ahora son chavistas y opositores.

Si bien la alternancia del poder no es un hecho recurrente en este momento histórico de la política venezolana, las negociaciones, pactos y contratos se siguen manejando debajo de la mesa entre estas dos figuras políticas.

Repetir la historia. ¿El retorno a la génesis del germen?

Alrededor este artículo apuesto a formas diferentes de pensar la política venezolana; lamentablemente la historia y las circunstancias nos han llevado a pensar de una sola forma las maneras de hacer política en Venezuela.

La diversidad partidista es una necesidad de suma importancia para resolver las crisis que padece Venezuela. Independientemente del modelo económico - que tiene mucha tela discusión que cortar- necesitamos acabar con la dualidad bipartidista venezolana, pues sólo así garantizaríamos la compleja tarea de negociar entre los mismos políticos.

Retomó para culminar la discusión sostenida con mi amigo; las nuevas generaciones tenemos un papel importante qué jugar, debemos informarnos y debatir sobre lo importante ya que si por algún motivo Nicolás Maduro cae pareciera inevitable que se repita la historia.

Este artículo no plantea soluciones inmediatas y tampoco una preferencia partidista; este artículo apuesta a una reflexión colectiva sobre nuestra historia pues a través de la formación de un criterio colectivo podremos exigir mucho más de nuestros políticos y de sus propuestas.

A las nuevas generaciones le digo: retomar los partidos políticos que iniciaron el problema no es una solución viable pues los negocios entre dos entidades siempre son más sencillos de realizar; además el bipartidismo se blinda a sí mismo en el discurso pues las responsabilidades gubernamentales se evaden y siempre recaen en el otro.

La exigencia de nuevos líderes políticos es una necesidad, pero eso no pasará a menos de que los ciudadanos exijamos de nuestra política la diversidad que necesitamos. Obligatoriamente esas exigencias no ocurrirán si no forjamos una consciencia colectiva sobre nuestro pasado, sus dirigentes y las estrategias que los han mantenido gobernando.