Sólo 3 de cada 100 personas que viven en Japón son gordas, lo que coloca al país en el primer lugar mundial con menor tasa de obesidad, quien nos pone al día con esta cifra es José Graziano Da Silva, Director General de la oficina de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Interés especial de la ONU
El caso de Japón como un país casi sin gordos, busca ir más allá de una simple estadística y ayudar a países con menor desarrollo para que logren mejorar sus prácticas en sectores agrícolas, en las distintas formas de producir alimentos y consumirlos.
Este intercambio de acervo japonés es una de las actividades que la FAO quiere impulsar al relacionarla con el Decenio (2016-2025) de acciones a favor de la nutrición de Naciones Unidas. El propósito es eliminar (en la medida de las posibilidades de cada país) la estrecha relación que existe entre enfermedades que ocasionan muerte prematura o discapacidad y malos hábitos alimenticios.
Tras su reciente visita a la isla, Da Silva aseguró que no sólo los países en vías de desarrollo muestran dificultades en la calidad de la alimentación de sus habitantes; los países desarrollados están demostrando que cada día atienden mayor número de enfermedades -que no son genéticas- producto de una mala alimentación cómo: accidentes cerebrovasculares, ataques al corazón, diferentes tipos de cáncer y diabetes.
Regresando al tema
¿Y cuál es el secreto o la fórmula mágica de los japoneses?
La respuesta resulta más sencilla que sorprendente, y no implica costosas y dolorosas cirugías, ni tratamientos exclusivos, ni grandes sacrificios físicos ni económicos : el respeto a la naturaleza (tanto en la generación de alimentos como en la ingesta).
Aunque te puede parecer una idea muy ligera, no lo es. De hecho es más serio que lo que imaginas porque decir no a los deliciosos alimentos poco saludables, respetando la naturaleza de tu propio cuerpo, implica un gran reto.
El funcionario de la ONU explicó que se trata de una práctica de los japoneses considerada Patrimonio Cultural de la UNESCO, denominada: “Washoku”.
El Washoku agrupa una serie de tradiciones y destrezas (casi innatas) para preparar alimentos, y al mismo tiempo, cuida la forma en la que se lleva a cabo el consumo.
Se pone atención especial para que sean frescos los ingredientes al cocinar y, definitivamente, reducidos en grasas. Al mismo tiempo se deben consumir altas cantidades de pescado, verduras y frutas.
¿El as bajo la manga?
Muchas veces las buenas intenciones para mejorar la alimentación de uno mismo, de la familia o de todo un país, pueden verse frustradas si no se tienen refuerzos.
El as bajo la manga de Japón no es pequeño, se trata de su legislación, pues contiene leyes que impulsan la creación de políticas públicas eficientes que mejoran la calidad de la comida de su población; la educación de los niños que día a día genera conciencia en el cuidado de su salud, y finalmente, medidas preventivas para evitar que sus adultos pierdan el control de su peso ideal.
De esta manera Japón no sólo disminuye la mortalidad de gente joven, sino que previene enfermedades que generan discapacidad física (y de manera secundaria las psicológicas), a la par que reduce su gasto en salud o lo invierte mejor, aumenta los años de vida de la población económicamente activa, y mejora la calidad de vida de niños, adultos y ancianos.