Las fiestas navideñas son generalmente la primera prueba de fuego que debe atravesar todo miembro nuevo de una familia. Los distintos integrantes, padres, madres, hermanos, suegros, tíos cuñados y hasta los sobrinos más infantes, miran al recién llegado. Y el recién llegado se siente mirado. Hay familias que buscan la comodidad del nuevo y acogerlo generosamente. Otras, simplemente, no.
Este es el caso que le pasó vivir a Letizia Ortiz, con apenas un mes de comprometida como novia oficial con el príncipe Felipe: afrontar la cena de Nochebuena con su familia política.
El relato de Pilar Eyre sobre la primera noche de Letizia con los borbones
Un relato muy a propósito recientemente publicado de Pilar Eyre sobre esta primera fiesta en la Casa Real. Así, la pluma de la periodista y escritora, revela en su blog llamado ‘No es por maldad’ esa primera Nochebuena de su, en ese entonces, también colega y periodista Letizia Ortiz, devenida en prometida del príncipe heredero.
Una blusa de seda amarilla con lazo al cuello y una falda plisada fue el vestuario de Letizia para hacer frente a una noche en donde no sabía qué se encontraría, pero que sí estaba segura que tendría que presenciar puntualmente el mensaje de Navidad de su futuro suegro, el rey Juan Carlos I.
Afirma Pilar Eyre que Letizia con ese atuendo se sentía “disfrazada de una monja seglar”. Es decir, estaba conscientemente incómoda antes de empezar esa noche.
Amantes y corbatas
Letizia Ortiz sabía que las corbatas que usaba Juan Carlos I en los mensajes al pueblo de España, porque los rumores atronaban, eran regalos de sus amantes. Un detalle que era una bofetada a la vista a su esposa, la reina Sofía, con quien las cosas estaban en un punto tan álgido que el monarca ya no quería ni viajar con ella porque no la soportaba.
Varios malos momentos, si no todos, pasó Letizia en ese evento familiar, que nada tenía de agradable. La turba de familiares de los cuales no se acordaba los nombres, le empezaron a hacer preguntas molestas, que marcaban de manera hiriente sus ‘faltas de educación’.
Fue la infanta Pilar quien la acosó haciendo notar que Letizia no sabía esquiar o navegar, algo que denotaba su falta de clase. La respuesta de la hermana del rey fue “un bufido mientras la miraba de arriba abajo”. José Miguel Fernández Sastrón, entonces marido de la prima Simoneta, fue quien salió en rescate de Letizia para tranquilizarla y afirmar que no se debía preocupar, que era algo muy fácil de aprender.
Un feo pijama de franela con pantuflas a juego
El reparto de los regalos no fue menos desalentador para Letizia. La reina Sofía le había preparado uno obtenido en sus maratones de compras en la casa Harrod’s de Londres, donde gustaba pasar horas. Un feo pijama de franela con sus zapatillas a tono eran lo último que esperaba Letizia para esa noche, que podría haber sido un cuento de hadas, pero de donde quería huir volando cual Mary Poppins, pensando en qué estaría haciendo su propia familia en la mesa navideña.
Letizia se sentía humillada.
Este año la pandemia le ofrece un desquite a Letizia. Ya no hay multitudinarias cenas navideñas y el rey emérito está en Abu Dabi desde agosto. Tan sólo el rey Felipe, la princesa Leonor, la infanta Sofía, la reina madre Sofía y ella, la reina Letizia.