¿Por qué debemos cuidar nuestra ortografía, las leyes de redacción y el formato de las publicaciones? ¿Por qué es importante estar dispuesto al cambio y aceptar las buenas críticas, aun cuando vengan de personas que subestimamos por su edad o condición social? Conocer a cabalidad el idioma es de vital importancia para el éxito y credibilidad de cualquier revista o suplemento.

El idioma español es uno de los más ricos y fluidos del planeta, tiene una historia llena de viajes de conquista y luchas de poder. Tiene muchas y deliciosas variantes, y tuvo un largo camino para llegar hasta hoy, como lo conocemos.

Uno de los sucesos interesantes es que se generalizó porque Isabel I de Castilla, conocida como Isabel la Católica, al reinar en Aragón junto a su esposo, establece su castellano natal como idioma oficial de la región. Es por esta razón que, al conquistar América, la mayor parte de nuestro continente mantiene esta lengua.

Amén de los cambios que ha sufrido a través de la historia, y de las distintas variantes que hay en América Latina, hemos llegado a tener una lengua bastante estandarizada. Y aunque se norma más bien por el uso de los hablantes, existe una academia que regula las formas gramaticales y la ortografía. Conocer estas reglas y hacer buen uso de nuestro idioma es un compromiso tácito de cualquiera involucrado en el mundo de las letras.

Editores, correctores y redactores deben ser guardianes del respeto a las leyes de la expresión, ello dará distinción a su trabajo.

El problema que vemos hoy

El desarrollo tecnológico y auge de las redes sociales, además de medios alternativos de comunicación (blogs, páginas personales de periodismo independiente, etc.) y las plataformas usadas para su manejo (a menudo teléfonos inteligentes) han hecho que la comunicación escrita cambie de modo radical.

Este cambio ha traído ventajas y algunas consecuencias negativas. Entre las ventajas están más libertad de expresión y promoción de la información. Entre las consecuencias indeseadas, un evidente descenso en la calidad de la escritura, en cuanto a estilo y ortografía, fundamentalmente. Lamentablemente esta situación es también visible en publicaciones de cierto renombre en el ámbito editorial.

Por lo general, si se trata de usuarios comunes y frecuentes, no le damos la mayor importancia, aunque debería tenerla en todos los espacios. Pero si estamos frente a una publicación de cualquier tipo, impresa o digital, pero con cierto “nombre”, es imperdonable el descuido de los elementos fundamentales de la redacción y encontrar errores ortográficos en tal medida que no hay posibilidad de culpar al proceso de impresión. Los profesionales de esa área deben velar celosamente por el impecable estado de sus prospectos, sobre todo estar pendientes de las actualizaciones que año tras año da a conocer la Real Academia Española para no caer en errores de formato y composición que reduzcan la calidad y visualidad de los productos.

El cuidado de estos valores da no solo la imagen de profesionalismo, además permite y facilita la comprensión de los lectores. Los libros y revistas muchas veces son responsables de educar y formar a sus lectores, no solo con relación a los temas que manejan, sino a través de la coherencia y pulcritud ortográfica como distintivo. Demos más importancia al buen uso del idioma, la belleza incomparable de nuestro español y sus variadas formas nos representan en cualquier nivel, y somos muchos más hablantes de esta lengua de lo que imaginó la reina española cuando lo hizo su estandarte.