El Ciberbullying es el acoso entre iguales que se ejerce a través de medios telemáticos. El teléfono móvil.es el dispositivo más utilizado y la red social, el Whatsapp. Intervienen menores únicamente, característica que lo distingue del ciberacoso, que se produce cuando se ven involucrados mayores de edad.

Ciberbullying: cómo prevenir y erradicar el abuso de las nuevas tecnologías en el ámbito escolar

El acoso incluye conductas como insultos, vejaciones, amenazas o chantajes. Suele producirse en el ámbito escolar, y, a diferencia del acoso tradicional, supone un plus de gravedad debido a la amplia difusión que alcanza a través de Internet.

Esta gravedad afecta de modo especial a la víctima del acoso, pero también a los perpetradores del mismo, ya que todos sus actos quedan registrados, tanto en los propios dispositivos, como en las redes sociales, lo cual constituye una prueba que les incrimina.

El ciberbullying es un delito y tiene consecuencias penales, también para los menores. En muchas ocasiones, los menores actúan desde el desconocimiento de que están cometiendo un acto delictivo. lo que no comporta en ningún caso su exoneración. Es el único delito cometido por el mal uso de las tecnologías en que el menor es sujeto activo y pasivo al mismo tiempo.

El acoso debe ser reiterado y continuado en el tiempo. De hecho, el menor que es víctima de acoso suele acudir a sus padres en busca de ayuda, pero esto, según diversos estudios, sucede a partir del año en que ha estado siendo objeto del mismo.

Esto implica que durante todo este tiempo ha estado sufriendo las consecuencias psicológicas derivadas, que pasan por la depresión, ansiedad, falta de autoestima, miedo, soledad y aislamiento. Estas consecuencias pueden repercutir en la vida adulta, dificultando su desarrollo como persona a la hora de relacionarse con otros y produciendo graves perjuicios en su vida laboral y social.

Estadísticas del ciberbullying

La fundación ANAR, de ayuda a los niños y adolescentes en riesgo, así como la policía nacional y la guardia civil, han detectado, no solo un incremento de estos casos de ciberbullying, sino que la edad en que se produce se ha reducido, pasando desde los aproximadamente 10 años hasta los niños incluso menores de 7 años.

La prevención del ciberbullying empieza necesariamente con la educación, y esto debe hacerse desde las familias y en los centros educativos coordinadamente. La policía nacional y la guardia civil, que tienen departamentos dedicados especialmente a los delitos que afectan a menores de edad cometidos a través de las nuevas tecnologías, dan charlas en las escuelas para informar y concienciar a los menores.

Los maestros tienen que estar alerta para detectar potenciales casos de acoso, informar, y tomar las medidas oportunas y eficaces para impedir que vayan a más y erradicarlos. Esto requiere de protocolos dentro de los centros educativos que marquen las líneas claras a seguir en estos supuestos.

Incluye trabajar con las familias, informándoles de los riesgos que corren los menores, tanto por activa como por pasiva, y de los síntomas que pueden presentar al ser víctimas de acoso, como una disminución en el rendimiento escolar, depresión, aislamiento, con el objetivo de que puedan detectar la existencia de un posible acoso.

A las familias les corresponde también educar a los menores en valores, en el respeto hacia sí mismos y hacia los demás. Se maneja la estrategia del control, pero al final, los hijos de la era digital, se las van a manejar para burlar los controles de sus progenitores. En el tema que nos ocupa, el núcleo del problema no está tanto, aunque también y en gran medida, en el buen uso de las nuevas tecnologías, sino en la comprensión, y en la concienciación de que se debe actuar desde la dignidad, expresándola respetando la de los demás con las diferencias que nos caracterizan a todos y cada uno de nosotros, y que enriquecen a nuestra sociedad en su conjunto.

A todos aquellos que no son víctimas del bullying, ni los actores del mismo, pero lo presencian o lo conocen y no intervienen, hacerles entender que con semejante actitud se convierten en cómplices, y que pueden y deben denunciarlo. Es muy importante el crear un clima de confianza, especialmente en las familias, pero también en los centros educativos, para que el menor acosado acuda a un adulto sin miedo a expresar lo que le está pasando, con la seguridad de que va a obtener una respuesta de comprensión y apoyo.

Desgraciadamente, es un hecho que se han producido ya muchos casos de ciberbullying con final trágico, en el que adolescentes han terminado suicidándose, incapaces de soportar el sentimiento de vergüenza, la exclusión, y la impotencia por no poder frenar la violencia que estaban padeciendo.

Los adultos tenemos la responsabilidad de detener este fenómeno, porque los menores son nuestra responsabilidad y nuestros herederos. Tenemos la obligación de ayudarles a crecer y a hacerles responsables de sus propios actos y las consecuencias de los mismos.

En España, la fundación ANAR puso en marcha la campaña “#NoBullying, acabar con el bullying comienza en ti”, que se desarrolla en centros escolares, redes sociales y a nivel institucional y de análisis de datos.