De acuerdo con las últimas investigaciones científicas, las personas con una actitud positiva padecen menos estrés y adoptan comportamientos más saludables que los demás. Es por ello que mantener una actitud positiva frente a las dificultades que se presentan puede ayudar a:
- Afrontarlas de forma más activa.
- Enfocarse más en la solución que en el problema.
- Vivir el presente con mayor plenitud.
El optimismo disposicional
Los expertos definen como “optimismo disposicional” a esta tendencia a esperar desenlaces positivos, y aseguran que es fundamental en el caso de personas con dolores crónicos, en quienes se ha comprobado un decrecimiento notable de las frecuencias e intensidad de síntomas físicos negativos.
Al afrontar activamente los problemas, es factible planificar soluciones, lo cual, a su vez, aumenta la confianza en las propias capacidades. También cabe señalar que, de acuerdo con los expertos, el optimismo no desconoce los problemas, sino que encuentra la manera de reinterpretarlos para que tengan un sentido. En otras palabras, el optimismo, lejos de proyectar finales felices o esperar que las situaciones sean ideales, consiste en la capacidad de ver en las dificultades, un desafío y una oportunidad para avanzar hacia una mejor calidad de vida.
Ser optimista tiene ventajas
Así, podemos señalar que entre las ventajas de ser optimistas se cuentan las siguientes:
- Mayor autoconocimiento
- Mayor creatividad
- Mejores relaciones sociales
- Mayor tolerancia al fracaso
- Más perseverancia y resiliencia.
El optimismo puede desarrollarse
Efectivamente, es posible desarrollar habilidades para ser más capaces de afrontar problemas y tolerar las frustraciones.
El optimismo es una herramienta muy importante de la inteligencia emocional que puede favorecer el cumplimiento de metas y objetivos, al mismo tiempo que está relacionado con una mejor salud y calidad de vida. Pero no es una especie de don que algunas personas reciben al nacer, sino que conlleva un esfuerzo diario.
Es peligroso ser 'demasiado optimista'
Algunos especialistas en salud mental señalan que no hay que pasarse con el optimismo, puesto que ser demasiado optimistas, puede fomentar una actitud despreocupada hacia los peligros, la cual podría dejar a las personas extremadamente positivas, en cierto modo, indefensas ante las situaciones de riesgo.
¿Es mejor el optimismo disposicional o el pesimismo defensivo?
Tal vez, la respuesta es encontrar el equilibrio, pues, como afirmaba Aristóteles, “la virtud es una disposición voluntaria adquirida, que consiste en un término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto”. Por su parte, el mismo Dalai Lama ha expresado, en más de una oportunidad, que “hay que esperar lo mejor, pero estar preparados para lo peor”. En definitiva, la buena noticia parece ser que el optimismo no es solo innato o genético, sino que puede desarrollarse, lo cual, implica, además, algo tan valioso para el ser humano como es la posibilidad de elección y la libertad de ser quienes somos.