Los primeros registros de parálisis cerebral en Europa datan 1950 y 1960. En España hay una ausencia de estudios y publicaciones que indiquen cuándo se registró el primer caso y cómo evoluciona la afección por esta patología a lo largo del tiempo. Según la Encuesta sobre Discapacidades, Deficiencias y Estado de Salud de 1999, se estimaba que, en esa época, había unas 60.000 personas mayores de 6 años con esta dolencia en España, pero se desconoce cuál es la frecuencia real de esta patología.

La Fundación Aspropace, creada con el objetivo de poner en funcionamiento un centro escolar y de rehabilitación para niños afectados en la Comunidad Valenciana, puntualiza que, en todo el mundo, hay 17 millones de personas con esta discapacidad.120.000 de ellas, en España.

El Consejo Nacional de la Discapacidad cifra el índice de frecuencia entre 1 y 3 por cada 1.000 habitantes. Se presenta en dos de cada 1.000 nacidos vivos. En España, alrededor de 1.500 bebés nacen o desarrollan esta patología cada año, según datos de la página Discapnet.

La parálisis cerebral es la principal causa de invalidez en la infancia y el motivo principal de discapacidad física grave, según un estudio realizado por los servicios de Neurología y Neonatología y la Unidad de Epidemiología Clínica del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid. Este término es descrito como “un grupo de trastornos del desarrollo psicomotor, permanente y no progresivo, causada por una lesión en el cerebro producida durante la gestación, el parto o durante los tres primeros años de vida del niño”, según la Confederación ASPACE (Asociaciones de Atención a las Personas con Parálisis Cerebral de España).

Más concretamente podría definirse como un funcionamiento incompleto o parcial de las neuroconexiones del cerebro. Cuando el cerebro no ha terminado de madurar, antes de los 2 años de edad, pueden producirse lesiones neurológicas que acarrearían esta dolencia.

En muchos estudios se desglosan diferentes tipos de parálisis cerebral.

Sin embargo, el fisioterapeuta Juan Isidro Sosa Medina, establece que "no hay tipos concretos dentro de esta patología, pero sí hay grados según las áreas lesionadas".

Causas más comunes

Este trastorno aparece en la infancia y persiste toda la vida. El 70% de estos casos ocurre antes del nacimiento, el 20% durante el nacimiento y sólo el 10% a lo largo de los dos primeros años de vida.

La mayoría de las causas se dan por infecciones en el útero durante el embarazo.

En consecuencia, estas infecciones pueden producir anoxia cerebral en el feto (falta de oxígeno) y hemorragias internas que, junto con la prematuridad y el bajo peso al nacer, conforman las principales causas que la producen en el bebé. Se añaden las complicaciones durante el parto que puedan causar algún tipo de traumatismo y el sufrimiento fetal.

Tras el nacimiento del bebé, la posibilidad de que se produzca es escasa. Sin embargo, los casos conocidos tras el parto son debidos a Enfermedades como la meningitis, encefalitis o los accidentes vasculares, entre otras.

La parálisis cerebral suele llevar asociada una serie de problemas.

Entre ellos cabe destacar los visuales, auditivos y en el lenguaje, así como déficits cognitivos que afectan a las capacidades intelectuales del niño o niña.

Evitar factores de riesgo de la parálisis cerebral

La parálisis cerebral relacionada con anormalidades genéticas no puede evitarse, pero es posible controlar o evitar algunos de los factores de riesgo. Por ejemplo, enfermedades como la rubéola impiden su contagio si las mujeres se vacunan contra la enfermedad, antes de quedar embarazadas. Las incompatibilidades RH entre la madre y el feto también pueden controlarse precozmente en el embarazo.

No obstante, “todavía existen factores de riesgo que no pueden controlarse o evitarse a pesar de la intervención médica”, advierte la Asociación de Ayuda a la Parálisis Cerebral de Toledo.

La inteligencia artificial es otro de los caminos que buscan su temprana detección.

Por otro lado, aunque no se han determinado maneras de prevenirla, se ha descubierto que el ácido fólico puede ayudar a ello. El ácido fólico es una vitamina esencial que ayuda a prevenir los defectos del tubo neural, donde se origina el sistema nervioso.

Por ello, se recomienda a las mujeres la administración de esta vitamina unos dos meses antes de quedarse embarazada, con el fin de prevenir los riesgos. El ácido fólico se encuentra en las vísceras de animales, verduras de hoja verde, legumbres, levadura de cerveza y en frutos secos y granos enteros, como las almendras; también en alimentos enriquecidos.

Fisioterapia como tratamiento

Son cuatro los pilares del tratamiento: la fisioterapia, la terapia física, la educación compensatoria y la logopedia. La Fisioterapia es el pilar principal en el tratamiento infantil. Los profesionales de esta disciplina suelen ser confundidos con masajistas. Lejos de esta concepción, la Fisioterapia es el “tratamiento mediante agentes físicos como calor, frío, agua ,manipulación".

Con el tratamiento fisioterapéutico se puede mejorar e, incluso, evitar el deterioro de la autonomía de un paciente con esta patología, proporcionándole la mayor autosuficiencia en sus actividades diarias. Las claves básicas de la fisioterapia son la estimulación precoz y la atención temprana.

Los síntomas difieren de un caso a otro. El fisioterapeuta, Sosa Medina, destaca como el síntoma más claro la ataxia, que se refiere a una forma desordenada en el movimiento, la falta de capacidad en el niño para organizar un movimiento. La fisioterapia utiliza movilizaciones pasivas con el fin de que el cerebro registre que ese movimiento es posible.

Los métodos Bobath y Kabat son los tratamientos fisioterapéuticos más utilizados. Ambos métodos tratan de marcar patrones normales de cómo lo haría el cerebro, si no estuviera dañado. Del mismo modo, la hidroterapia es el área más utilizada en Fisioterapia para tratar a los niños.

Medina recalca que “dentro del agua anulamos la fuerza gravitatoria, por lo que el niño hará movimientos extraordinarios dentro de ella que fuera no hace”.

Añade que “aunque no coordine bien esos movimientos, el cerebro le está ordenando que los haga y ese es uno de los estímulos principales”.

Lo más importante para ayudar en la parálisis cerebral infantil es estimular al paciente. Por esta razón también se estudia la posibilidad de mejorar la motricidad en los niños mediante el uso de videojuegos dentro del ámbito terapéutico.