La anemia no suele ser una enfermedad en sí; más bien, su presencia indica la mayoría de las veces que existen problemas en otros puntos del organismo. Su causa fundamental es la disminución de los glóbulos rojos, debida a su insuficiente producción o su destrucción dentro del organismo o la pérdida de sangre. El tratamiento de la anemia depende de la causa. A menudo se cura con la administración de medicamentos o mediante el tratamiento específico de la enfermedad causante. Cuando la enfermedad no puede curarse, se recurre a transfusiones de sangre periódicas.

Desde un punto de vista etimológico

El término anemia significa literalmente “falta de sangre”. Sin embargo, la cosa no es, ni mucho menos, tan sencilla, ya que la sangre no es un líquido homogéneo. En efecto la sangre es un órgano vivo que cumple numerosas funciones metabólicas, y quizás la más conocida de ellas sea el transporte de oxigeno desde los pulmones a todas las células del organismo.

Anemia y menstruación en la mujer

Las mujeres, desde la adolescencia hasta la menopausia, sufren inevitablemente una perdida periódica de sangre con la menstruación. Por ello, no es raro que sufran una anemia por falta de hierro, que suele ser leve. Con una alimentación adecuada que contenga la cantidad suficiente de hierro, este trastorno se puede evitar fácilmente.

Causas principales de anemia

  • Por perdida crónica de sangre: Ulcera de estómago o de duodeno, por esofagitis, por menstruaciones o hemorragias excesivas, por cáncer de estómago y de colon, por hemorragias internas, divertículos, por anglodisplasia de colon.
  • Por disminución de la producción: Deficiencia de hierro, por deficiencia de vitamina B12 o de ácido fólico, por talasemia, por insuficiencia renal crónica, por enfermedades hepáticas crónicas, y por Enfermedades inflamatorias crónicas tales como artritis reumatoide, por infecciones prolongadas, por tumores.
  • Por exceso de destrucción (anemias hemolíticas): Por hiperesplenismo quiere decir por funcionamiento excesivo del bazo, anemias inmunohemoliticas, por malaria, por alteraciones hereditarias de la hemoglobina o de los glóbulos rojos, etcétera. La anemia se cura con frecuencia a base de medicamentos como el hierro o la vitamina B12, o con el tratamiento específico de la enfermedad causante. En otras ocasiones, la patología no puede curarse, y quizás sea necesario realizar transfusiones periódicas de sangre. Esta es una de esas patologías que hay que poner en manos del médico, cuyos consejos habrá que seguir escrupulosamente.