Estamos siempre a vueltas con la idea de buscar una dieta ideal que consiga nuestro propósito de mantener un peso que nos agrade. Existen hoy en día muchos tipos de dietas, pero realmente el problema que nos encontramos está en que suelen ser restrictivas y no resulta nada fácil seguirlas, y cuando caemos en la tentación de comer algo que no está permitida en la dieta que estamos llevando, nos sentimos frustrados.
La quimera de las calorías
Por otro lado, les damos vueltas al tema de las calorías, que si este alimento tiene tantas calorías, si comemos tal comida u otro, que si hemos ingerido calorías que no son para nada deseadas.
Dejando a un lado la idea que cuándo comemos un determinado alimento gastamos, también energía en comerlas, con lo cual muchas veces el número de calorías que se supone que se ingieren no son las que en realidad ganamos.
Así pues, medir las calorías es algo muy relativo. Por ejemplo, en el caso del azúcar no podemos comparar la que tiene un zumo de frutas o un fruto sueco con el azúcar añadido de un bollo o de un caramelo. Y es que no es lo mismo comer 100grs. de frutos secos que de pan.
El problema está en que a lo mejor una de estas dietas consigue el propósito de que adelgacemos, pero por otro lado, nos puede generar un déficit nutritivo importante. De ahí que hay que desconfiar de estas propuestas milagrosas en las que solo se come un tipo de alimento dejando a un lado otros que contienen los nutrientes necesarios para que nuestro cuerpo rinda lo suficiente.
Y es que tenemos que tener claro que no existe un solo alimento que por sí solo nos pueda dar la alimentación saludable o que represente una alimentación saludable, sino que la combinación con otros tipos de nutrientes es lo que nos dará lo ideal y que cubramos nuestras necesidades básicas.
Por ejemplo, si comemos alimentos bajo en toxicidad calórica, probablemente podremos comer más cantidad durante el día y bajar de peso en el camino, según nos confirman todos los estudios serios realizados hasta la fecha.
El círculo vicioso de las dietas restrictivas
Habrá que olvidar que perder peso nos identifique con esa persona que pasa hambre que se restringe de comer cosas que le gustan o que no come la suficiente cantidad de alimentos para tener energía y rendir bien, teniendo peor humor y con suma facilidad a sufrir estrés, ansiedad...Además con el llamado efecto rebote que consiste, como bien dice la nutricionista Victoria Lozada, en su libro La buena Nutrición, en desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria en el que entramos en un círculo vicioso en el que queriendo bajar de peso se empieza una dieta restrictiva pasando hambre, y cuando no se puede más se acaba con toda la despensa y con un poso de sentimiento de culpabilidad nos lleva a querer bajar de peso de nuevo y así sucesivamente.
Tenemos que entender que no podemos ser perfectos y que no es sostenible vivir siempre a dieta. La cuestión está en conseguir llevar una pauta dietética enfocada a tus necesidades, unida a unos hábitos saludables sin olvidar por supuesto, hacer ejercicio.
Cambiar la dieta temporal por unos hábitos constantes, dejando a un lado y siempre según las circunstancias de cada persona, la rigurosidad de las dietas restrictivas.