Un organismo que acumula grasa o líquidos está 'hablando' de procesos internos en los que no hemos reparado, de bloqueos energéticos que están conectados con bloqueos psicológicos. Muchas veces, los kilos que perdemos haciendo dieta vuelven precisamente porque no ponemos remedio a esos bloqueos.
Hambre emocional
Desde el punto de vista de la medicina holística y la naturopatía, todo proceso fisiológico es reflejo de una actitud psico-emocional, que si no es liberada solo quedará acumulada en el cuerpo materializada en calorías físicas. El aumento de peso es una estrategia por parte del inconsciente de la persona para otro tipo de carencias que se dan en su vida.
De hecho, piénsalo: ¿Comemos solo cuando tenemos hambre o también cuando estamos estresados, cansados, aburridos…? ¿Cuántas veces te has lanzado compulsivamente sobre algún dulce para calmar tu ansiedad? Realmente, nuestro hambre es más emocional que fisiológica. Adelgazar o engordar… esto tiene que ver con comer por razones distintas a las de alimentarse para conseguir el “combustible” que necesitamos para poder llevar a cabo las tareas diarias. Si comemos solo lo que el cuerpo requiere, no tendremos exceso de peso; si comemos más y no lo quemamos, solo acumularemos.
Los kilos nos protegen
Tendemos a pensar en la grasa como en un enemigo y en las dietas como las batallas para exterminarlo. Sin embargo, no es la forma correcta de abordar el problema porque en cuanto se abandona el régimen, los kilos de más suelen volver.
La clave está en darse cuenta de que, la gordura, como cualquier enfermedad o trastorno fisiológico o psicológico que se nos presenta, es síntoma de que algo no funciona dentro de nosotros, de que algo está bloqueado.
La acumulación de grasas “habla” de una desarmonía entre el ser (la esencia) de la persona y el estilo de vida que está llevando, de la desconexión con nuestro propio centro y nuestro corazón, en aras de ser como los demás quieren que seamos, en lugar de como realmente queremos ser.
Por eso no tenemos que sentirnos victimas del exceso de peso sino, convertirlo en nuestro amigo, pues en él está el mapa del regreso a casa. El mapa para alcanzar nuestro peso ideal es, por tanto, nuestro cuerpo.
Escucha a tu cuerpo
El próximo paso es aprender a escuchar a nuestro organismo. Prácticamente nuestro cuerpo es una sociedad.
“Es una empresa difícil, dada la cantidad de actividad que llevamos a cabo”. A lo largo del día, no solemos tomarnos un tiempo para reflexionar sobre lo que realmente necesitamos. Escuchar el cuerpo significa tomar conciencia de que te pide: descansar, gritar, salir corriendo, relajarte…. Si vivimos sin hacerlo, el organismo acaba desarrollando algún síntoma (sobrepeso, contracturas…) que nos obligará a pararnos.
Escuchar a nuestro cuerpo implica considerarlo hermoso, aunque no coincida con los estereotipos de belleza, pues es la casa de nuestra alma y está lleno de sabiduría. Debemos estar en armonía y en comunicación con nuestro cuerpo pues nos conecta con nuestro centro, con nuestro ser, la única posibilidad de cambio real con la que contamos.