La tristeza está considerada por la mayoría de los psicólogos y terapeutas como una emoción natural y genuina, y se la considera así por ser compartida –junto a la rabia, la alegría, el afecto/amor y el miedo– por la mayoría de los seres “superiores”. Nos estamos refiriendo básicamente a los mamíferos, especies con las que compartimos el sistema límbico, una zona del cerebro donde residen los verdaderos motores de las emociones.

¿Un mal necesario?

La tristeza siempre ha sido considerada a nivel social como una emoción negativa. Sería bueno que nadie estuviese triste, ésta es una buena afirmación, pero sobre todo un buen deseo, ya que es básicamente imposible y más en la sociedad actual, que no es precisamente un jardín del Edén.

Es imposible, pues, evitar en un momento u otro en nuestra vida ser invadidos por la tristeza. Evidentemente que estar triste es una situación negativa, pero también es una emoción necesaria.

También tiene su lado positivo

Si la vida fuese un mundo maravilloso, sin problemas de ningún tipo y sin posibilidad de un sufrimiento, es seguro que el cerebro no desarrollaría la tristeza como mecanismo de defensa. Y es que esta emoción sirve básicamente para tramitar situaciones de impacto emocional negativo.

Y puede manifestarse con un bajón de estado de ánimo, sin humor para nada o para nadie o con una leve tristeza. Gracias a eso, puedes aceptar y tramitar perdidas de seres queridos, objetos de valor, competencias profesionales o deportivas, entre otras situaciones sociales.

Cuando se dan estas circunstancias, lo normal es estar triste. Si no fuera así, optarías (posiblemente de forma inconsciente) por un pasotismo falso, o descenderías a una depresión también falsa, pues el hecho acaecido probablemente no se correspondería con una respuesta tan desproporcionada.

Aspectos negativos de la tristeza

Aunque haya casos como los expuestos anteriormente, es irremediable, la tristeza no es una situación deseada ni deseable. La lista de sus efectos negativos es demasiado larga para reproducirla aquí íntegramente, pero si te conviene repasar como puede influir a tu vida:

  • Estáte alerta si dura mucho tiempo. Aunque no sea muy intensa, la excesiva duración en el tiempo perjudica las relaciones sociales y la salud física.
  • Puede degradar tu autoimagen y autoestima.
  • Perderás amigos. Muy pocas personas desean relacionarse con otras que están siempre tristes.
  • La tristeza (como la alegría) se contagia. Piensa en los que te rodean.
  • Se acorta la iniciativa y el disfrute.
  • Estar triste durante mucho tiempo produce un mayor y más prematuro envejecimiento.

Como se puede ver, todo puede empeorar si dejas que la apatía y la depresión se instalen en tus días, y pasen de ser una emoción puntual a un estado habitual.

Por eso, si te persigue el pensamiento debes trazar un plan anti tristeza, una de las secuencias más nefastas para cualquier individuo es caer en un circuito rutina-aburrimiento-tristeza-melancolía-depresión. Si estas en cualquiera de estas fases, sal rápidamente.

Plan anti tristeza

Que no debes hacer:

  • Instalarte en los pensamientos negativos.
  • Comer, comer y comer.
  • Aumentar la ingesta de alcohol o tabaco.
  • Seguir con la rutina de siempre.
  • Aislarte de manera prolongada.
  • Ver o leer películas o libros de argumentos dramáticos o negativos.
  • Llorar con mucha asiduidad.

Lo que si te conviene

  • Romper rutinas.
  • Las actividades al aire libre.
  • Leer textos o ver películas de humor.
  • Hacer actividades compartidas.
  • Dejarse llevar por fantasías positivas.
  • Hacer cambios de estética en el hogar.
  • Marcarse objetivos de actividades, tanto profesionales como personales.