Blando, carnoso y de piel fina, a veces verde y, otras, morado, el higo es el fruto por excelencia de los países mediterráneos. Posee una pulpa blanca y encarnada, salpicada de pepitas, con un intenso sabor dulce.

Estamos ante un alimento muy nutritivo y sabroso, que, a pesar de su fama de calórico, resulta bastante ligero. De hecho, los higos frescos presentan una elevada proporción de agua en su composición, por lo que solamente aportan 66 calorías por cada 100 g. los higos también son abundantes en hidratos de carbono, de los cuales la mayor parte son azucares simples (sacarosa, glucosa y fructosa); así, proporcionan energía de forma inmediata.

Higo como fuente múltiple de vitaminas y minerales

Debe destacarse que el higo tiene un interesante contenido en provitamina A y, en menor cantidad de, vitamina C y del complejo B (especialmente las vitaminas B6 o pirioxina, B1 o tiamina, B2 o riboflavina y B3 o niacina). Y es que la provitamina A o betacaroteno es un potente antioxidante, necesario para la salud de la piel, las mucosas y la retina; vitamina C aumenta las defensas y favorece la absorción del hierro de los alimentos ricos en este mineral; mientras que las vitaminas de grupo B estimulan la memoria, intervienen en el transporte del oxígeno y mantienen el sistema nervioso y la piel en buen estado.

En cuanto a los minerales, el higo presenta buenas dosis de calcio, por lo que su consumo está especialmente indicado para los niños y adolescentes, así como en mujeres o personas mayores para prevenir osteoporosis, además aporta potasio, magnesio y hierro, aunque esta último es de difícil absorción.

La fibra y oligoelementos como cinc, cobre y manganeso también se hallan en cantidades significativas.

Como elegirlos en el mercado

A la hora de elegir los higos frescos en el mercado convendrá que sean pesados y maduros y, una vez adquiridos, han de tomarse inmediato porque solo se mantienen bien uno o dos días en la nevera.

Para saber si están en su punto, los higos se han de presionar ligeramente con el dedo. Si ceden y asoma una gotita de néctar por su base, quiere decir que están listos para comer.

En cambio, los higos secos, por su parte, al tener menos agua concentran más sus nutrientes y resultan energético (243 calorías por cada 100g), además de rico en fibra, calcio y potasio.

¿Para quién es más beneficioso?

  • Cuando se necesita un mayor aporte nutricional. Gracias a su acción tonificantes, los higos, tanto frescos como desecados, son un alimento apropiado en periodos de debilidad como anemias, fatiga, astenia y convalecencia. Las mujeres embarazadas y lactantes, los adolescentes deportistas y estudiantes también se puede beneficiar.
  • Para dietas de control de peso. Los higos frescos, gracias a su bajo aporte calórico y su capacidad saciante (no hay que olvidar que son muy ricos en fibra) se pueden incluir en las dietas bajas en calorías como postre o merienda.
  • Si se padece de estreñimiento. Los higos secos o frescos, puestos en remojo, están especialmente indicados en caso de pereza intestinal por su acción laxante. Suaviza el conducto digestivo y estimula los movimientos peristálticos del intestino, lo que facilita el tránsito intestinal.

Las formas más sanas de comer higo

Al natural.

Es la forma más habitual de consumirlo. Para ello el fruto ha de estar maduro, de lo contrario, dificultaría la digestión. Combina con miel, frutos secos, yogur o con queso fresco.

Pan de higos. Este es un preparado tradicional que se elabora con higos secos, uvas pasas, almendras y hierbas aromáticas.

En mermelada. Además de resultar delicioso, proporciona una buena dosis de hidratos de carbono, que aportan energía para iniciar bien la jornada.

Para repostería. Con su pulpa se pueden hacer mousses y exquisitos rellenos de pasteles y tartas.