El escándalo creado por el veto a la presencia de Felipe VI a la ceremonia de entrega de despachos a los nuevos jueces que como habitualmente sucede tiene lugar en Barcelona, una ceremonia obligada como jefe de estado pues como máxima autoridad del mismo es el encargado de reconocer a los nuevos magistrados, ha generado tal reacción política y mediática que el gobierno no ha tenido más remedio que buscar un "apaño" para suavizar las críticas.

Este "apaño" ha venido apuntando a la agenda del Rey una visita a Barcelona el próximo viernes 9 de octubre para presidir junto a Pedro Sánchez la entrega de premios del Barcelona New Economic Week, BNEW.

Un acto menor y de carácter financiero sin relación con la labor institucional del monarca y que podía ser representado por cualquier autoridad gubernamental como el ministro de economía o de cualquier otra rama similar.

Excusas de poca consistencia

Cuando la última semana de septiembre se supo que el Rey no presidiría la entrega de despachos a los nuevos jueces, el escándalo desatado fue mayúsculo y pese a las excusas del gobierno basadas de forma un tanto pueril en "la seguridad", ninguna plataforma política ni de opinión avaló tal tesis que se consideró una excusa ridícula, el escándalo que se provocó en sede parlamentaria fue sonado acompañado con un considerable ruido en tertulias radiofónicas y televisivas y los editoriales de los principales periódicos, por considerarse una afrenta gratuita al monarca.

La polémica creció durante el mismo acto en sí al lamentar en público los nuevos jueces la ausencia de Felipe VI y terminar el acto con el grito de "¡Viva el Rey" coreado por toda la sala, visiblemente irritado por la actitud de los jueces el Ministro de Justicia, Carlos Lesmes, no pudo reprimirse y pronunció la frase: "Se han pasado tres montañas".

Y lo cierto es que la polémica no ha dejado de crecer desde entonces pues a las excusas iniciales de Moncloa se sumó la admisión por el ejecutivo que el motivo del veto gubernamental al Rey obedecía a la cercanía del aniversario del referéndum ilegal del 1 de octubre y a la inminencia de la sentencia del Tribunal Supremo que ha inhabilitado a Quim Torra como presidente de la Generalitat forzando su dimisión.

Por ello según la administración Sánchez era necesario restringir las visitas del Rey a Cataluña con el objeto de: "evitar una crispación social". Y más en un momento cuando el PSOE está negociando con los separatistas catalanes su apoyo a los presupuestos generales del estado.

La polémica crece y se acentúa

Este reconocimiento no atenuó la crispación política, más bien al contrario esta se incrementó con el PP, Ciudadanos y VOX, subiendo el tono de sus críticas y exigiendo explicaciones parlamentarias al mismo Sánchez en persona y de hecho VOX ha registrado en el congreso su proyecto de moción de censura, con el que llevaba amagando desde antes del verano, espoleado entre otras cosas, la gestión de la pandemia de coronavirus es el argumento principal, por este desplante del gobierno a la jefatura del estado.

De hecho al saberse en un comunicado emitido por Zarzuela al ministro Lesmes que al Rey: "Le hubiera gustado estar" en la entrega de despachos, levantó una enorme polvareda en los sectores comunistas del gobierno que criticaron sin tapujo a Felipe VI, criticas que han sido respondidas aún con más brío por la oposición que ha salido en bloque en defensa de la Casa Real.

Solucionar el entuerto

Visto el panorama y el nivel de polémica a ningún analista se le escapa que la próxima visita del Rey a Barcelona con motivo del BNEW es una maniobra casi a la desesperada de contener la polémica y que esta se atenúe aunque sea aparentemente. En ese aspecto todo está por verse pues los independentistas ya han anunciado que se opondrán a la visita y la oposición ha tildado esta visita como "un apaño" para solucionar el entuerto anterior.

Solo los acontecimientos a futuro inmediato y la evolución de la polémica nos dirá si esta visita real atenuará el grado de crispación provocado por el veto anterior o supone un añadido de tensión a la misma.