Luego de un decisivo congreso, el PDeCAT ha celebrado elecciones del partido, haciéndose con el triunfo su coordinador David Bonvehí. El ayer nombrado presidente del partido es el peor resultado posible para Pedro Sánchez.
Carles Puigdemont ha logrado desde el exilio que Marta Pascal, coordinadora de los antiguos convergentes desde 2016 y representante de la posición menos radical del independentismo catalán, no lograra vencer el avance de su posición en la Asamblea Nacional del partido.
Puigdemont, dispuesto a retomar el procés, debilitó las aspiraciones de la secretaria general del PDeCAT por su política “posibilista” ante el intento de diálogo de Sánchez acerca del tema secesionista.
Por los momentos un punto político de la ponencia fue aceptado por el plenario del PDeCAT y es que en mayoría ajustada fue aprobada hacer efectiva la República catalana a la brevedad posible.
Asimismo, la directiva entrante invita a la adhesión al nuevo proyecto político del expresident desde su exilio en Alemania: la Crida Nacional per la República, formación con la que pretende presentarse a elecciones probablemente en otoño.
La presidencia de Sánchez peligra por la victoria de Puigdemont
Hay fuentes que indican que Puigdemont controla la Generalitat mediante Quim Torra, la política catalana y a Junqueras (aún preso). Pero, ahora con la nueva directiva del PDeCAT, hay un control mayor de los 8 diputados en el Congreso.
Como bien es sabido, mientras dure la legislatura, para cualquier medida que Sánchez requiera de la aprobación del Congreso, debe contar con el voto de estos diputados, tal como sucedió con la moción de censura que separó a Mariano Rajoy de su cargo presidencial.
Los 8 diputados fueron decisivos para aprobar la moción que condujo a Sánchez a la Moncloa y si se considera la aritmética del parlamento, aún son piezas claves para que el PSOE apruebe sus planteamientos y continúe en el mandato.
Algunas fuentes aseguran que la estrategia del expresidente es restar la popularidad del ERC, según sondeo actual el primer partido catalán, y aumentar su popularidad a través de una especie de Gobierno paralelo a ubicarse en Waterloo. Para iniciar, ha convocado una concentración pro independentista a realizarse el sábado en Bélgica, su sede de “gobierno”.
Con esto se vislumbra su intención de mantener su postura de confrontación con Madrid y traspasar la territorialidad del conflicto al alzarlo a la palestra pública internacional.
Incluso anunció Puigdemont que va a bloquear las acciones gubernamentales que no estén dirigidas a frenar la represión sobre dirigentes presos o fugados, con lo que algunos se atreven a afirmar que España está en un estado de difícil excepción política.
El Gobierno y el PSOE consideran que el diálogo abierto con Cataluña corre peligro
En la Moncloa se afirma que se mantendrá el rumbo previsto y continuará el diálogo. Por su parte, el PSOE es consciente de la minoría parlamentaria de Pedro Sánchez por lo que considera importantes e imprescindibles los escaños del PDeCAT para aprobar cualquier iniciativa que necesite aprobar el gobierno en el Congreso.
Para Sánchez contar con ese apoyo deberá recordar el apoyo de Torra a la Crida Nacional y que Puigdemont no quiere diálogos sino su reconocimiento como presidente independiente de Cataluña.