Durante el puente de Todos los Santos, España se ha visto sacudida por un serie de disturbios callejeros repartidos por Madrid, Barcelona, Burgos, León, San Sebastián, Logroño, Málaga o Sevilla. El motivo aparente de las mismas es el hartazgo de la ciudadanía de las medidas destinadas a frenar el avance del Coronavirus, en plena segunda ola de expansión.

Las opciones políticas más enfrentadas en el parlamento, VOX por la derecha extrema y Podemos por la izquierda, no han perdido tiempo en sacar tajada y acusarse mutuamente de la responsabilidad de las algaradas.

Por parte de, VOX excusándolas como una reacción ciudadana ante la cascada de restricciones para parar el COVID-19: toques de queda, cierre del ocio nocturno, bloqueo de la economía, restricciones de horarios, etc. Y por parte de Podemos acusando a VOX de estar detrás de ellas y alentarlas y con ello responsabilizando al partido de Santiago Abascal de promoverlas.

Naturaleza de los disturbios

Centralizadas en las principales calles de grandes ciudades, los disturbios no han sido tan violentos como en otros episodios de estallido social vividos en la historia reciente española, pero han tenido cierta entidad dado que se ha perturbado la vida ciudadana, se ha destrozado mobiliario urbano, se han quemado contenedores y se han producido saqueos a tiendas y comercios.

Saqueos bastante chuscos, pues ha sido de dominio público que en el saqueo a un comercio de la cadena de material deportivo Decathlon en Barcelona se sustrajeron varias bicicletas, que después los ladrones pusieron en venta en distintas plataformas de Internet, permitiendo su detención inmediata.

Los autores del robo fueron inmigrantes ilegales que solo pretendieron sacar tajada en la confusión de las manifestaciones, el hecho que delincuentes comunes se aprovechen de la confusión de un disturbio para dedicarse al saqueo es un comportamiento delictivo que se hunde en la noche de los tiempos y disturbios de esta clase no iban a ser una excepción.

Perfil del alborotador, ambos espectros

En este punto y frente a las acusaciones interesadas de los partidos políticos el dictamen policial es diferente, pues tanto los detenidos, 59 en total en toda España, en los disturbios como los identificados son personajes ya conocidos de la policía y comunes de encontrar en toda clase de disturbios callejeros, ya sea la excusa que fuera para los mismos.

De este modo, se ha verificado que en las protestas han intervenido grupos tanto de extrema izquierda como de extrema derecha, con integrantes con múltiples antecedentes y detenciones en hechos similares y sin más interés que el "provocar barullo" independientemente del tipo de protesta que se desarrolle. De hecho, se han identificado a ultras de equipos de fútbol de opuesta ideología, que se sumaron a la algarada convocados por las redes sociales. Lo que está en cuestión es si alguna de las dos tendencias enfrentadas capitalizará los disturbios y de ocurrir nuevas protestas estas podrían ser identificadas como de un signo u otro.

Hipótesis a futuro de las protestas

Aunque no existe una predicción clara sobre que ocurrirá a futuro sobre si estas manifestaciones se repetirán e irán a más o de contrario remitirán, es fácil especular que un aumento de las restricciones para tratar de frenar la expansión del virus, incluyendo el confinamiento domiciliario cuya mera formulación provoca ampollas, sí promueven a que se convoquen nuevas manifestaciones contra las mismas y aunque estas sean de ciudadanos cansados de tanta represión es imposible evitar que grupos radicales de todo signo se sumen a ellas provocando incidentes y violencias graves.

Un escenario que que es muy posible que se repita en las próximas semanas, mientras la expansión de COVID-19 aumenta sin control y sin que parezca que las medidas represivas destinadas a frenarlo den ningún resultado.