A través de Twitter, la periodista Ana Polo recopila y critica los disfraces machistas que vende Carrefour Online, como por ejemplo el de “sirvienta”, “sexóloga”, “presidiaria chic”, “enfermera sexy” y un largo etcétera. Os propongo un reto: Id a Google y buscad un disfraz. Si repetís la búsqueda con la palabra “Mujer”, veréis que casi cualquier profesión o personaje ficticio tiene una versión sexualizada.

Se presenta solo a la mujer como objeto de deseo sexual, y no al hombre. Por ejemplo, si buscamos profesiones de ambos sexos, como es el caso de policía, bombero o cocinero, la vestimenta femenina no se corresponde para nada con el uniforme habitual de esa profesión. Esto aún ocurre más en ocupaciones que históricamente han sido más femeninas, como el de enfermera, sirvienta, etc.

Repercusiones de disfraces de la mujer como objeto sexual

Estos disfraces cosifican a la mujer, perpetúan los roles de género y la relegan como un objeto sexual. El problema más grave es cuando estos disfraces tienen también su versión infantil, y podemos hallar en el mercado el disfraz de “enfermera sexy” para niñas de 4 a 6 años.

Pero, para entender cómo se ha llegado hasta aquí y saber cómo cambiarlo es necesario conocer la historia de la fiesta de Carnaval y el origen de los disfraces machistas.

Historia de Carnaval y sus disfraces

El origen del Carnaval se remonta a más de 5.000 años atrás. Esta festividad siempre se ha celebrado en febrero porque empieza la transición del invierno a la primavera, y tenían lugar ritos de purificación. Algunas fuentes sitúan su origen en el Imperio Romano, con la celebración de las Saturnales, fiestas dedicadas al dios Saturno.

Se creía que esta divinidad vagaba por la tierra durante el invierno y, mediante ritos y ofrendas, lo enviaban al inframundo para empezar con las cosechas de verano.

La práctica consistía en organizar banquetes y bailes, vestidos con ropas y máscaras que personificaban a Saturno. Durante unos días dejaban de lado las normas y obligaciones diarias para dejarse llevar por la diversión y el caos.

Otras fuentes sitúan el origen del Carnaval en Grecia, con las fiestas dedicadas al dios Dionisio. De ahí, las famosas bacanales y las Dionisias, representaciones teatrales que reunían a todo el pueblo. En la Edad Media, una vez se asentó el Cristianismo, la fiesta se denominó Carnaval. Viene de “carnem levare”, que significa “quitar la carne”. Se llama así por el periodo de abstinencia y ayuno, comprendido entre el Miércoles de Ceniza y el Domingo de Resurrección.

Origen de los disfraces machistas en Carnaval

Los disfraces sexualizados nacieron en los años 70, en efervescencia del movimiento estadounidense de liberación gay. Como explica Lesley Bannatyn, en un reportaje a la revista Time, estos disfraces se popularizaron en Halloween. “Empezaron a realizarse desfiles extravagantes de temática gay”. En los años 70, era una forma de reivindicar los derechos y la liberación homosexual, pero estos vestidos “escandalosos” se convirtieron en la norma.

Cómo revertir la situación

Esta debería ser la gran pregunta. Quizás cuidando más las palabras con las que nos dirigimos a los niños. Por ejemplo, en cambio de decir a las niñas siempre que son “guapas”, podríamos alabar otras capacidades, como decirles que son “valientes, inteligentes” y un largo etc.

También podríamos vigilar la telebasura que consumen, o los juguetes y disfraces que les compramos.

No debemos banalizar este tema, ya no porque el cuerpo de la mujer sea objeto de deseo, sino porque las “manadas” de chicos van in crescendo y esto, en pleno siglo XXI y en países “desarrollados”, es realmente preocupante.

Para terminar, os agradecería vuestra interacción con una respuesta. ¿Creéis que hoy en día estamos viviendo en un progreso o en un receso? ¿Podemos hacer algo al respecto como sociedad?