Lo que se esperaba este año eran unos Óscar reñidos. ¿Por qué? Porque la cartelera tiene los ingredientes más sabrosos para los miembros de la Academia: un poco de Cine bélico con 1917, una pizca de indie con Historia de un matrimonio, una sátira nazi con Jojo Rabbit, un toque de adaptaciones de clásicos literarios con Mujercitas y la presencia del mayor villano de DC Cómics con Jóker, entre otros. Algunos de los directores nominados (¡ojo!, y ninguna directora) eran Tarantino, Scorsese y Mendes. Y un surcoreano les ha ganado a todos ellos.

Las claves de la victoria

Desde Oldboy (Park Chan-wook, 2003), que hizo que Tarantino cayera rendido a sus pies, pocas películas surcoreanas han conseguido resonar lo suficiente en el panorama cinéfilo mundial. Alguna Train to Busan o Burning consiguieron más adeptos, pero ninguna había llegado tan lejos.

¿Cómo lo ha hecho Parasite? La mezcla de géneros. ¿En qué género se enmarca Parasite? ¿Es terror, thriller, comedia, drama? La cuestión es que no hay ningún marco donde atrapar la película. También es una crítica social, un relato familiar y una comedia negra. Lo más sorprendente es que Joon-ho consigue que todo esto ligue perfectamente en una sola película, cuando de ella podrían salir cinco.

El retrato social sin miedo. Sin miedo y con una comedia venenosa, la cinta muestra la diferencia de clases, tan extremista y extravagante, de un capitalismo que impera en Corea del Sur -y en el primer mundo-. Lo hace desdibujando los límites: ni unos son tan buenos (los pobres supervivientes que ocupan una casa y acaban destrozando la familia de ricos) ni otros, tan malos (los ricos abusones víctimas de las mentiras de los pobres).

El realismo y las metáforas, con imágenes que provocan sensaciones, como el olor de la casa de los ricos y el del barrio de los pobres o el sabor de comida de unos y otros. Hace que los pobres se bañen en un agua llena de excrementos para salvar su propia casa y que los ricos muestren sus excesos aún rodeados de sangre.

Escenario interesante

El escenario. El espacio es la película en sí: la casa de los pobres y la casa de los ricos. Sus diferencias, no solo en la arquitectura sino también en cómo se graba en una y en otra o los colores que se usan; el hecho de que una esté en la parte alta de la ciudad y la otra, abajo del todo... Los escenarios son personajes al servicio del retrato social y la crítica: son el ejemplo más evidente de la diferencia entre clases.

Esto responde a la gran pregunta de los Óscar de este año: ¿cómo ha conseguido ganar una cinta surcoreana? En resumen, la palabra clave es la diferencia. Parasite se asemeja en poco a lo que Hollywood está acostumbrado a hacer y a ver. Reúne todo lo bueno del cine de Corea del Sur, que viene pisando fuerte, y anuncia un nuevo cine.