Olivia de Havilland cumplió 103 años el pasado 1 de julio. Esta dama del Cine ha realizado un deseo atávico: vivir más que sus enemigos. Y, en el caso de Olivia, uno de sus mayores enemigos fue su propia hermana, la también oscarizada actriz Joan Fontaine (1917-2013), quien tomó el apellido de su padrastro para no ser relacionada constantemente con Olivia.
Ni sus respectivas autobiografías aclaran el origen exacto de sus enfrentamientos y reproches. Parece tratarse de una de esas competitividades y rencores cuyos ecos perduran a pesar de que el origen no sea ya recordado por nadie.
La muerte de Joan Fontaine selló cualquier posibilidad de reconciliación tras 35 años sin hablarse y tras haber afirmado que “Olivia me odia porque me casé antes que ella, gané un Oscar antes que ella y si muero antes, también me odiará por ello".
Olivia de Havilland y sus enfrentamientos con otras actrices de Hollywood
De Havilland fue amiga de otra estrella de Hollywood, la actriz Bette Davis. La reciente serie de televisión Feud retrató el odio longevo entre la citada actriz y su competidora Joan Crawford. En esta serie la figura de Havilland tuvo una aparición secundaria cuyo retrato le resultó ofensivo y decidió demandar a la productora, aunque finalmente se desestimó.
Davis y Crawford, competidoras por la cumbre del estrellato en los años 30, 40 y 50, terminaron paradójicamente coprotagonizando un gran éxito del cine: ¿Qué fue de Baby Jane?
De grandes roces surge a veces un calor que quema y arrasa y otras, un calor confortante en forma de dólares. Hollywood ya era un lugar lleno de leyendas urbanas mucho antes de que este concepto se hiciera popular. Unas sucedieron, otras no; otras se han ido adornando o cambiando de protagonistas en una serie de relatos tan solo comparables a los que nuestros antepasados narraban alrededor de las hogueras.
Han existido enfrentamientos puntuales entre diversas estrellas: rodajes infernales, peleas y promesas de no volver a colaborar. Pero suelen ser situaciones que duran un rodaje y languidecen hasta que casi nadie lo recuerda ya. Pero a veces hay casos como los citados de estas damas.
El dinero estaría detrás de todos los roces surgidos en Hollywood
Dice un viejo blues que en la raíz de todos los males está el dinero. Y suele estar detrás de varios de estos enfrentamientos. Antes y ahora. No hace mucho se conocía el antagonismo entre dos estrellas de la serie Sexo en Nueva York, Sarah Jessica Parker y Kim Cattrall. La primera era productora de la serie y la segunda llevaba mal que el salario de la estrella fuera el doble que el suyo, cuando su papel no era tan secundario. Reciente resulta también el divorcio artístico entre dos duros del Hollywood contemporáneo: Bruce Willis y Sylvester Stallone no se hablan desde que el primero rechazó estar en Los Mercenarios 3 al no aceptar Stallone el alto salario pretendido por el héroe de Jungla de Cristal.
Pero hay que admitir que todo esto parecen minucias ante un rencor vivo que ha alcanzado 103 años. Lo de Olivia de Havilland suena a proporciones bíblicas y de la Biblia podríamos aplicar aquello que con descaro le dijo Caín al Señor al ser preguntado por Abel, cuando este ya era un caso en manos del CSI Antiguo Testamento: “no soy el guardián de mi hermano, ni ganas que tengo”. Versículo más, versículo menos. Los odios entre actores y directores, esa queda para otra historia…