Angela Merkel, la máxima representante del gobierno alemán desde 2005, ha llevado a cabo un papel político de peso dentro de la UE. Escalando posiciones gracias a una actividad aparentemente intachable, Merkel llegó lejos en Alemania y Europa. Caracterizada por su sobriedad, Angela Merkel siempre ha sabido evitar el escándalo. No obstante, su salud en los últimos días ha sido puesta en duda debido a los episodios de temblores que se han desencadenado durante apariciones protocolarias junto a importantes dirigentes europeos. Ya son tres las ocasiones en que esto ocurre.
Merkel asegura que 'no hay de qué preocuparse'
La máxima dirigente alemana afirma: "Estoy muy bien. No hay de qué preocuparse". Sin embargo, desde el sentido común se entiende que alguien en condiciones óptimas no sufre aquel tipo de espasmos. Muchas son las hipótesis que se podrían sacar al respecto, dejando en duda si ese “estoy bien” irrevocable corresponde a la realidad o puede provenir de algún trastorno psíquico o neurológico.
Para una Mujer de hierro como Merkel, sería perjudicial aceptar que padece alguna enfermedad incapacitante. Por un lado esto la invalida políticamente al lado de personalidades de apariencia imperturbable como Donald Trump, Vladimir Putin, Antti Rinne o Volodimir Zelensky.
Las consecuencias políticas de aceptar un quebranto grave de salud, no convienen a la política alemana y a su gabinete. De momento, Merkel y su equipo consideran conveniente ser prudentes y reservados al respecto, se ha optado incluso por decir que el suscitado fenómeno corporal es debido a la “deshidratación”, aunque el hecho no deja de preocupar a la comunidad europea.
Angela Merkel, una política que ha demostrado su poder político
Gran reto representan estos últimos años para Merkel como dirigente en Alemania. La canciller, quien este próximo 15 de julio cumple 65 años, se encuentra en un punto álgido de su carrera, al tener la responsabilidad de dejar un legado en Europa, como alemana, intelectual y sobre todo como mujer.
Admirada y criticada. Mujer poderosa, pragmática y de estilo impoluto, ha llevado su mandato en medio de la crisis migratoria en Europa, enfrentando este y otros problemas como la devaluación del euro. Involucrada en turbulentas discusiones dentro de los sectores dominantes del poder, lleva en sus hombros una carga que decididamente está dispuesta a llevar hasta el final. Eso sí, contando con que su enmascarado padecimiento pueda controlarse y así se permita superar la recta final para enaltecer su elevado orgullo germánico.
A pesar de las críticas recibidas por el sector industrial alemán, son muchos los logros de Merkel en el ámbito social. La labor que se propuso a realizar con los refugiados provenientes de países en conflicto no es fácil, surgiendo retos como la disminución de la brecha lingüística y las garantías sociales para esta población.
No obstante, la importante labor humanitaria que ha realizado ha tenido detractores, lo cierto es que no hay vuelta atrás y Alemania lo único que puede hacer es aprovechar de la mejor manera al capital humano que llega a sus tierras, teniendo en cuenta el acelerado envejecimiento de la populación alemana.
No es de extrañar que Angela Merkel pueda presentar algún padecimiento aún desconocido para la opinión pública, ocultado tras las duras exigencias parlamentarias. Lo cierto es que ya ha persistido durante mucho tiempo, demostrando su valentía como mujer en un mundo donde políticamente predominan los intereses de los hombres. Independientemente de sus fracasos y aciertos, la personalidad de Merkel como mujer dirigente será recordada en la historia de Europa.