En esta segunda parte de la lectura Política de Juego de Tronos se puede sacar en conclusión la evolución de las decisiones tomadas por diversos personajes que tendrán un especial papel en la última temporada de la serie.
Daenerys, de chica reservada a líder carismática
Hay un aspecto interesante en la construcción del mesianismo de Daenerys. Como dijera anteriormente, muchas temporadas y sucesos pasan entre aquella joven tímida, apocada, frágil, que nos presentan en el capítulo 1, hasta la Madre de Dragones, la Reina de las Cenizas que vemos en el capítulo 73.
Al principio, solo para sobrevivir, se adapta, acepta y tolera. Cuando parece que lo perdió todo, se mete en la pira, con el resultado archiconocido. A partir de ahí comienza su transformación en una líder carismática, elevada a ese status por la magia interior de ella, y tres dragoncitos. No es menor que en una sociedad tan patriarcal como la de los Dothraki, más patriarcal que cualquiera de Poniente –salvo la de los Hijos del Hierro-, ella se convierta en la líder del Khalassar. Durante toda la segunda temporada, los dragones aún son pequeños, por lo cual su objetivo es asegurar la supervivencia de su grupo y mantener a sus hijos a salvo de codiciosos.
Es a partir de la tercera temporada en que se empieza a convertir en la Daenerys que vemos en la octava.
Por fijar un punto de inicio, es cuando compra a los Inmaculados a cambio de un dragón, solo para dar la voz “¡Dracarys!” y terminar con los esclavistas muertos por fuego y lanza. Los mismos esclavistas con los que un rato antes había negociado. Luego, los esclavos liberados la aclaman, e incluso la llaman “Madre”.
Todo su arco argumental en la Bahía de los Esclavos, consiste en eso: la construcción de un liderazgo carismático, basado en la destrucción del viejo orden (un viejo orden ciertamente opresor, tiránico y terrible) apoyada en la lealtad incondicional, total, de los esclavos a los que va liberando en su camino.
Una líder populista podría decir alguien. Evita antes de Evita.
A su avance se oponen los antiguos esclavistas. Es sabido, un opresor muy difícilmente se considere a sí mismo como opresor, o que sostiene un régimen de opresión y despotismo. Y hará todo a su alcance para mantener su situación de privilegio. Eso es, precisamente lo que sucede entre las temporadas 3 y 6, hasta que, en el capítulo final de la 6ª, finalmente zarpa rumbo a Poniente, habiendo logrado cierta estabilidad en Mereen, la ciudad que eligió gobernar, donde era idolatrada por el pueblo que la seguía con devoción.
Va a cumplir su destino “manifiesto”, el destino de su sangre: ser reina de Poniente. Le corresponde por su linaje. Si en la Bahía de los Esclavos construyó su liderazgo desde la nada, o más correctamente, desde la destrucción de un sistema terrible, su llegada a Poniente se basa en la creencia de que está destinada a gobernar los Siete Reinos. Para fortalecer su reclamo, cruza el Mar Angosto con una gran flota, los Inmaculados, los Dothrakis, y tres dragones adultos.
Nunca se le cruza por la cabeza que en Poniente no hay esclavos. Hay súbditos, que no es lo mismo. Los súbditos, al menos teóricamente, son libres. No son propiedad de nadie.
Además, es la hija del “Rey Loco”. El rey que quería incendiar toda la capital… y llega con dragones.
Agréguese que fue criada en otro continente, o sea, es prácticamente una extranjera que no conoce casi nada de la vida del común de la gente. Y parte de lo que cree conocer, es por lo que le contaba el papanatas del hermano. Daba como para decirle: no sabes nada, Daenerys Targaryen.
Daenerys después se convierte en una líder pragmática
Por tanto, desde su llegada a Poniente, el liderazgo que construye es distinto al que tenía en Mereen. De líder carismática pasa a líder pragmática. Ya no tiene el amor incondicional de los esclavos liberados, con la excepción de los Inmaculados, sino que se basa un poco en su sangre, otro poco en conjunción de intereses con aliados, y mucho en su poderío militar.
Esto queda claro en el penúltimo capítulo, cuando puesta a elegir entre que la sigan por amor o por temor, elige esta última opción. Un perfecto resumen de Maquiavelo. Es una decisión desesperada, luego de comprobar que no tiene llegada ni sobre la gente de Desembarco del Rey ni sobre las de Invernalia antes.
Un poco se la puede entender. Llegó con un ejército poderoso y tres dragones, dispuesta a conquistar rápidamente. Pero en el medio se cruza con Jon Snow, y va al Norte a pelear una guerra que no era suya. O era suya tanto como de Cersei Lannister, pero esta traiciona la causa de los vivos, y no manda al ejército Lannister a luchar.
El enfrentamiento con el Rey de la Noche la deja sin la mitad de sus tropas, sin uno de sus dragones-hijos, y sin el que era su protector desde el inicio de la historia.
Luego pierde otro dragón y a su traductora y mejor amiga. Por si fuera poco, Jon Snow no se puede quedar callado, y le cuenta su verdadera identidad, y luego permite que Bran se lo diga a sus hermanas.
De repente su poder militar ya no es tan abrumador. Perdió 2 de 3 dragones, a 2 de las personas más queridas que tenía, e inesperadamente surge este pretendiente al trono que tiene un mejor caso que ella. Y en Desembarco del Rey, Cersei, que faltó a su promesa, mete gente y más gente para usarlas como escudo humano.
Después desata todo su furor mesiánico sobre la ciudad y sus habitantes. No le importa nada. Si tiene que gobernar por medio del terror, lo hará, porque en el fondo, como deja claro en su último discurso, ella tiene clara cuál es su misión y el mundo que debe construir sobre los escombros del anterior.
El final de Cersei, decepcionante para algunos
Otro aspecto que causó polémica fue la muerte de la reina mala (la anterior) Cersei Lannister. En este caso fue porque, lejos de un ajusticiamiento o ejecución, como tal vez se merecía un personaje idealmente detestable, que no contenta con ser manipuladora e incestuosa, instigó para matar a su real marido, a dos Manos del Rey, a su hermano enano, a su nuera, y sin ningún asomo de culpa hizo volar por los aires un templo repleto de gente y parte de la capital. Terminó falleciendo bajo una montaña de escombros, junto a su mellizo/amante.
Parece que ese final, triste, trágico, sin ninguna gloria, no fuera suficiente. El público, o parte del público, clamaba por sangre o fuego.
O por sangre y fuego. Una ejecución con todas las letras. Un final más digno para una villana odiosa.
De repente, los mismos espectadores que aclaman la serie por sus giros inesperados, se enojan y molestan porque el final de una de las principales villanas, es, precisamente, inesperado. Inesperado y absurdo si se quiere. Cersei fallece sepultada por los escombros, y por su propia ambición, que no la hizo ver que tenía que doblegarse antes. O al menos huir antes. Que un león, por más desafiante que sea, poco puede hacer frente a la furia desatada de un dragón.
La historia está repleta de casos de villanos, de tipos detestables, de criminales, incluso de genocidas que no murieron frente a un pelotón de fusilamiento, ni ahorcados, ni quemados en la hoguera.
Murieron en la tranquilidad de sus lechos, o repentinamente por una enfermedad, u olvidados en un confortable exilio.
En definitiva, la villana muere. Solo que no lo hace de la forma en que esperábamos/deseábamos. El deseo de ver su sangre correr, de que sea ajusticiada sumariamente, como Daenerys hizo con tantos de sus enemigos, nos vuelve a traer al Código de Hammurabi y la idea de que la Justicia, como ideal, exige una cierta reciprocidad: ojo por ojo, sangre por sangre, vida por vida. En la Edad Media, el tiempo en el que esta recreado el show, esto ciertamente sucedía.
Su embarazo, clave en el final de Cersei
Pero el problema en este caso no es la serie, sino nosotros, los espectadores del siglo XXI.
Reaccionamos con molestia, fastidio y desazón cuando una villana muere de una forma que no nos parece “justa”.
¿Dónde queda la misericordia? ¿La compasión? Para un personaje detestable, sí, y culpable de acciones viles, claro. Pero que no solo estaba completamente derrotada, recordemos que también estaba embarazada. Hasta las sociedades más bárbaras se cuidaban de dañar (¡ni que se diga ejecutar!) a las embarazadas.
Personalmente pareció la manera más justa de morir que pudieron encontrar. Ignorada por casi todos y todo. Por ese mundo que se esforzó en dominar, controlar y gobernar con puño de hierro, altanería y sin ninguna empatía. Despreciando a la gente común y corriente.
Además, resulta un poco increíble que se reaccione así por esto, cuando en temporadas anteriores le habían llovido críticas por la representación de las mujeres, por todo el sexo que había, y por el uso de la violación y la violencia sexual dentro de la trama.