Crystal Fighters es un grupo de festival. Hay algo flotando en esa sensación de verano infinito que, por alguna razón, no se da en ningún otro escenario. Sin embargo, es lo que da sentido al show colorido y despreocupado de una banda a la que le ha empezado a costar encontrar su lugar la mayor parte del año.
La noche del viernes, los de Bast Pringle hicieron la parada de rigor en la capital dentro de su tour europeo.
Frente a poco más de media pista del antiguo Palacio de los Deportes vendida, interpretaron más viejos éxitos que nuevos temas, solventando sin riesgos un concierto con momentos puntuales de lucidez, pero mayoritariamente desubicado.
Sus grandes clásicos abrieron la actuación
Los seis componentes aparecieron en escena poco más tarde de las 21:30h, ya sobre el ritmo de I Love London. La base de percusión y electrónica de ese primer gran éxito sigue sonando tan actual como hace una década, y su versión en directo (más cruda y estridente que la original), se mantiene como una acertada imprescindible gira tras gira.
La siguieron Follow y LA Calling, que aún siendo dos de las canciones más queridas por los fans, no consiguieron romper el hielo. Puede que fuese la baja asistencia, algún que otro problema de sonido, o cualquier otra circunstancia que se escapa, pero en ocasiones resultaba hasta doloroso ver los intentos del frontman por alentar a una audiencia demasiado apagada.
Otro himno por excelencia como es Love Is All I Got, o una versión acústica de Boomin' In Your Jeep más cercana a la esencia de Crystal Fighters, también entraron en una primera parte en la que lo que no faltó fue energía a raudales sobre la tarima.
Las coristas y la percusión: verdaderas protagonistas
Por mucha rotación de coristas que se de dentro del grupo, hay algo incontestable, y es que siempre resultan ser grandes voces en las que Bast encuentra un apoyo necesario.
En esta ocasión, Tobi y la ya veterana Eleanor, defendieron el papel siendo sus respectivos solos durante Bridge of Bones, uno de los poquísimos momentos en los que la música simplista de Crystal Fighters, abre la puerta a alardes vocales.
Su otro punto fuerte está en la percusión. La txalaparta (instrumento del folklore vasco), volvió a acompañarles tanto en interludios como incorporada a temas en los que no se la esperaba. Con el paso de los años, no deja de ser un elemento diferenciador que lleva de vuelta a los comienzos de la banda, en los que a menudo experimentaba con ritmos más orgánicos y tribales.
Ritmos que hicieron retumbar el recinto durante Champion Sound y la fascinante Xtatic Truth.
Junto a una escenografía creciente y un público algo más suelto, crearon por unos minutos esa ilusión de inmensidad que se echó en falta la mayor parte del tiempo.
Un final tan predecible como efectivo
Sorprende que de una gira a otra, el sexteto no varíe su fórmula. Una vez más, dejaron el súper hit Plage para el final acompañado de una lluvia de balones de playa gigantes. También se repitieron los mismos speeches que llevan años recitando a sus seguidores.
Pero para unos artistas sin muchas más ambiciones que la de ofrecer una explosión de alegría en cada aparición, quizá no sea una prioridad cambiar una rutina que al fin y al cabo, logra cerrar la jornada por todo lo alto. At Home y You & I pusieron punto y final siendo de las mejor acogidas, pero dejando la sensación global de que algo que en algún momento funcionó, aquella vez no lo hizo.
Esta misma semana se ha anunciado a los británicos como cabeza de cartel internacional del festival Sonorama. En agosto se podrá ver si en su hábitat natural son capaces de reaccionar tras un (en cierta medida) alarmante paso por nuestro país.